1. ANA, LA PROFETISA
La tribu de Aser,
emancipado de la casa de David, durante los siglos rechazó al Mesías. Ana era una mujer joven,
que enviudó a una edad muy temprana y no tenía hijos. En medio de esa crisis,
ya anciana, aparece en el Templo, junto al profeta Simeón y llama a su pueblo de Israel hacia la
salvación. diciendo: “El arco
de los poderosos se quiebra, pero los débiles recobran
las fuerzas”.
Cristo representaba a la tribu de reyes, Zacarías y Elisabeth a la tribu de sacerdotes y Ana, consagrada a Dios,
representaba a los profetas. En Ana y Simeón encontramos un ejemplo de la fe de
ancianos. Ella dedico su vida
a Dios, vivió y murió en el templo.
El sol quema más que la hoguera
y la fe es más transformadora que la cascada. (DGHS)
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"En ese momento se presentó ella, y comenzó también
a expresar su reconocimiento a Dios y a hablar de él a todos los que aguardaban
la redención en Jerusalén" (Lucas 2:36-38)
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