jueves, 10 de septiembre de 2015


Pero, contrariamente a Grecia, no existía un único ideal de belleza, ya que las sucesivas conquistas del Imperio romano recogieron influencias dispares de los pueblos dominados. Un ejemplo de ello lo constituye la “locura” de las romanas por ser rubias. Sucedió a la vuelta de la conquista por Julio César de los territorios germánicos. Las esclavas que con él trajo sorprendieron por el color de su cabello y de su cutis. Con gran velocidad circularon por Roma fórmulas y ungüentos para cambiar el color, generalmente moreno, de la piel y el cabello de las romanas.                     

: EL CULTO A LA BELLEZA.

Grecia fue la civilización de la belleza. Ha sido tal su influencia en las culturas occidentales posteriores que su cultura y su arte han configurado el llamado ideal clásico de belleza. Eran, en contraste con los egipcios, todos los estamentos sociales los que compartían esta inquietud por la estética. Hasta tal extremo llevaron este gusto por la belleza que, en uno de sus libros, Apolonio de Herófila explica que “en Atenas no había mujeres viejas ni feas”.
De hecho, fueron los griegos que difundieron por Europa gran cantidad de productos de belleza, de fórmulas de cosmética, así como el culto al cuerpo y los baños; en resumen el concepto de la estética.
       La mayor atención la presentaban al cuidado del cuerpo. (El nacimiento de VenusWilliam-Adolphe Bouguereau1879).

Los cánones de belleza griega no toleraban ni la grasa ni los senos voluminosos. Era necesario cultivar el cuerpo para conseguir la perfección estética que consistía en, además de tener senos pequeños y fuertes, poseer un cuello fino y esbelto y los hombros proporcionados.
Afrodita surge de la espuma del mar, coronada con exuberantes trenzas
Afrodita (en griego antig
En los baños era donde este amor por el cuidado del cuerpo tenía lugar. Precedían al baño diversos ejercicios físicos que preparaban el cuerpo para recibir el baño, habitualmente realizado con agua fría.
También los masajes tenían un papel importante ya que, junto con el baño y los ejercicios gimnásticos, lograban que en el cuerpo no hubiera rastro alguno de grasa y que se mantuvieran la figura grácil y la piel tersa.
La cosmética en Grecia, vivió un momento esplendoroso, sobre todo los aceites. Éstos se extraían de flores y se empleaban además de en estética, en los actos religiosos, deportivos y en la vida diaria.
Los aceites perfumados se aplicaban después de los baños o de los masajes y se elaboraban de muchas flores distintas, de rosas, de jazmines, tomillo, etc., y su fabricación se concentraba en Chipre, Corinto y Rodas. El cabello se cuidaba con esmero y se elaboraban tintes también con extractos naturales.                                                 
El maquillaje de las mujeres de Atenas se basaba en el color negro y azul para los ojos;   coloreaban sus mejillas con carmín y los labios y las uñas se pintaban de único tono.
Se consideraba que el color de la piel de la cara debía ser pálido, ya que era reflejo inequívoco de pasión.      Pero no únicamente las mujeres y los hombres griegos tenían esta inquietud por la estética. Sus dioses buscaban también el ideal de la belleza.La figura de la diosa Afrodita de Cridona nos ha llegado reproducida en momento en el que está desnudándose para entrar en el baño.

ROMA: SEGUIDORES DE LAS TRADICIONES ESTÉTICAS
GRIEGAS. En el imperio romano la estética constituyó una auténtica obsesión. Hombres y mujeres atesoraban fórmulas de cosméticos, se maquillaban, peinaban y depilaban por igual.
Baños y masajes, vestidos y peinados o el cuidado del cuerpo no eran exclusivos del sexo femenino, sino que todos los romanos querían embellecerse y cuidarse.

En Egipto y en Grecia se inició la costumbre de tener esclavas dedicadas exclusivamente al cultivo de la belleza de sus amas. Esta costumbre se acentuó en la época romana y las esclavas se especializaron en temas concretos: baños, maquillaje, tocados, etc. Sobresalen las romanas por el especial cuidado que dedicaban a los tocados. Sofisticados y barrocos hasta lo increíble, se hacían con materiales considerados preciosos. Perlas, telas, flores, mallas bordadas, eran manipuladas hasta conseguir el tocado más refinado.
La popularización del baño, llegó al extremo de edificar, en Roma, los conocidos baños de Caracalla, con capacidad para mil seiscientos bañistas, o los aún mayores baños termales de Diocleciano que podían acoger simultáneamente a tres mil bañistas. Sólo en el siglo IV había en Roma novecientos establecimientos de baños termales.

 EDAD MEDIA: EL DECAIMIENTO DE LA ESTÉTICA.

La mujer de la Edad Media soportó las consecuencias de una época caracterizada por la austeridad, las frecuentes guerras y las grandes epidemias.
El cuidado de la belleza resurge, sin embargo, en los siglos XI al XIII al organizarse en Occidente las Cruzadas para recuperar los llamados “Santos Lugares”, entonces en manos de los musulmanes.
Estas guerras originaron contacto e intercambios con otras culturas y consecuentemente se introdujeron nuevas  técnicas sobre afeites y cosmética que suplieron las ya existentes en Europa.  La nobleza, en este periodo, se recluye en sus castillos. Son los vendedores ambulantes de bálsamos, artículos de tocador e hierbas medicinales, que van de castillo en castillo vendiendo sus productos, quienes conservarán y renovarán los secretos de la cosmética. Éstos se guardan en la “muñeca para adornarse”, nombre que se le daba al tocador. El tocador medieval era un complicado mueble, lleno de cajones y espejos que, al estar cerrados, daban  la apariencia de un escritorio.


Durante los primeros siglos de la Edad Media los nobles no descuidaban la higiene personal. En las ciudades, los baños públicos eran visitados con frecuencias por éstos, mientras que en los castillos las damas se bañaban en agua fría perfumada con hierbas aromáticas.
Pero a medida que la Edad Media avanza, estas costumbres se van olvidando. Los perfumes de fuerte olor sustituirán poco a poco a la más mínima higiene corporal.

EL RENACIMIENTO: NUEVO RESURGIR DE LA ESTÉTICA

A la Edad Media le sucede el Renacimiento, época en la que los valores estéticos toman un nuevo impulso, olvidados desde Grecia y Roma.
La sensibilidad por el arte, la filosofía y la cultura en general, adquieren en el Renacimiento una importancia clave. Es el momento del florecimiento del arte italiano, de los mecenas, de la concepción filosófica del hombre como “hombre-total”, sin especializaciones.
La belleza lo abarcará todo y por tanto la estética femenina formará también parte de esta armonía que envuelve la vida de la Italia renacentista.
Este país se convertirá en el centro europeo de la elegancia. Las nuevas propuestas de la moda, la belleza y la estética salen de Italia para influir en las cortes de Europa.   
En el siglo XVI los monjes de Santa María Novella, Forencia, crean el primer gran laboratorio de productos cosméticos y medicinales.
El ideal de belleza de mujeres nobles italianas consistía en tener un cuerpo de formas muy curvadas, la frente alta y despejada, sin apenas cejas y la piel blanquecina.
Tener el pelo rubio era sinónimo de buen gusto y para conseguirlo mezclaban los extractos más inverosímiles.
Los primeros tratados de belleza y cosmética aparecieron en Francia e Italia durante estos siglos. En 1573, en Paris, sale el libro “Instrucciones para las Damas Jóvenes” y en Italia el libro de Catalina de Sforza “Experimentos”.

En el siglo XVI Catalina de Médicis, interesada por todo lo referente a la estética, dedico gran parte de su tiempo al estudio de ungüentos y combinaciones de cremas. Más tarde, al convertirse en reina de Francia, llevo consigo a los mejores especialistas en perfumes de Florencia, quienes se impusieron en el arte de la perfumería.
Fue precisamente una de sus más íntimas amigas quien instaló en Paris el primer Instituto de Belleza. A pesar de los cambios producidos, todavía la higiene personal dejaba mucho que desear. Las memorias personales de los nobles de la época relatan cómo la reina Margarita de Valois le resultaba dificilísimo peinarse por lo enredado que tenía el cabello a falta de hacerlo más a menudo; o cómo se lavaba las manos una vez por semana.

LA MUJER DEL BARROCO

La época del Barroco estuvo caracterizada por la artificialidad, la apariencia, la coquetería. En esta época se pusieron de moda los perfumes, lunares postizos, peinados muy pomposos, encajes, ropas y zapatos suntuosos. También en este periodo nació la palabra maquillaje como sinónimo de truco o engaño. En cuanto al aspecto físico, hay una preferencia por una mujer con formas: mujeres rellenitas con grandes pechos y caderas, brazos carnosos y piel blanca. Rubens nos mostró ese modelo de belleza femenina con su famosa obra Las tres gracias, siendo una de esas gracias su propia mujer (la imagen de arriba).
El modelo femenino también se repite en los poemas barrocos del momento, como podemos apreciar en este famoso soneto de Góngora, que en un estilo más metafórico, propio del Barroco, vuelve a describir a una dama hermosa, exhortándola a que aproveche el momento:
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello.
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada

LA MUJER ACTUAL

       

El canon de belleza actual está muy influido por los referentes que vemos a través de los medios de comunicación: modelos, actrices, cantantes... En general, se nos ofrece una mujer muy delgada y alta como las que desfilan en la pasarela o mujeres operadas con grandes pechos, botox en los labios y con importantes retoques de cirugía estética. Afortunadamente estos clichés están variando porque las mujeres que vemos ahí no son las mujeres reales, porque una mujer puede sentirse atractiva sin pasar por el quirófano y teniendo más de una talla 36. 

  Como veis, el canon de belleza femenina ha ido variando dependiendo de las situaciones sociales, económicas y culturales de cada momento. El que existieran estos ideales no quiere decir que todas las mujeres fueran así, ni muchísimo menos. Había mujeres con distintas características físicas y de carácter. Este recorrido ha sido muy interesante porque estos modelos estéticos han influido en la literatura de cada momento (ya lo iremos viendo en este curso). Como veis os he dejado algunos poemas que reflejan el modelo femenino en algunas épocas (Edad Media, Renacimiento, Barroco) y como ya tenéis unos referentes os propongo ahora una ACTIVIDAD VOLUNTARIA: Realizar un poema de vuestra mujer u hombre ideal (os podéis inspirar en un personaje famoso, pero no necesariamente, ya que podéis ofrecer vuestro propio canon de belleza, describir al chico/a que os guste...) realizando una descripción física y si queréis también de carácter. El que quiera participar puede mandármelo al correo antes del 1 de marzo. Y recordad que aunque en todas las épocas ha existido un canon de belleza, la belleza está en nosotros mismos y afortunadamente no tenemos que parecernos a las mujeres de la pasarela para sentirnos atractivas y ser felices. No sigas esteotipos, sé tú misma. No te pierdas el poema De noche la esposa aclara de Gioconda Belli que he conocido gracias a Javier, http://lavidaqueyoveo2.blogspot.com. Leyendo este poema descubrirás que el físico no es lo más importante.




belleza3

rosado, rojo o anaranjado y los ojos se subrayaban con bastoncillos untados en tinta china.
La piel se trataba con cremas elaboradas con pulpas de frutas, aceites de té o grasas animales. Los perfumes provenían de flores – jazmín, almizcle, camelias – o de maderas aromáticas como el pachulí.                                                                                 
La poesía y el arte chino en general han reflejado profusamente esta delicada atención de las mujeres chinas a la estética.
JAPÓN
El país del “Sol Naciente” recogió muchas influencias de la belleza y la cosmética china.
El cuidado del cuerpo está íntimamente ligado en Japón a la vida religiosa, por lo que los hombres y mujeres de este país han tenido siempre en aprecio el mundo de la estética. Aceites, pigmentos y polvos de alazor son algunos de los productos que estas mujeres usaban para su belleza. La tinta china embellecía también sus ojos.
El cabello era tratado con el máximo de atenciones puesto que, tener el pelo negro, brillante y voluminoso era símbolo de gran belleza.
La pintura japonesa de todos los siglos ha dejado patente muestra de los mimos que dedicaban sus mujeres a la belleza del cuerpo y del cutis.

EL SIGLO XX  A LO ACTUAL: LA ESTÉTICA INTEGRAL.
En estos dos siglos, los acontecimientos históricos de una parte y la evolución de la ciencia de la otra, han marcado los sucesivos cambios estéticos de la mujer.
Fue tan sólo a principios del siglo XX cuando las mujeres llevaban anchos y largos vestidos y, sin embargo..., ¡nos parece tan lejano! De la palidez que las damas querían conseguir a toda costa al bronceado permanente, que con igual obsesión se desea hoy en día, han pasado poco más de cuarenta años.
Décadas de esplendor se han sucedido rápidamente por épocas de crisis, de grandes guerras. Los cambios sociales han sido apresurados y con ellos la moda y la Estética, que se han amoldado a cada nuevo periodo.
Lo que antes se mantenía durante décadas dura actualmente unos pocos años.
A la eterna necesidad de belleza en el mundo femenino se han unido la ciencia y un nuevo sistema de vida en el que es imposible separar la actividad diaria del aspecto personal. Las mujeres de hoy en día tienen ante ellas un mundo que nunca antes se hubiera podido sospechar por el alto grado de conocimientos científicos han ayudado, y ayudarán enormemente, a mejorar el trabajo de la esteticista. De una parte, al conocer más profundamente los orígenes y las causas de muchos problemas del organismo, es más fácil poder aplicar tratamientos que los solucionen. 
Además, los conocimientos técnicos son, hoy por hoy, imprescindibles en los Institutos de Belleza, puesto que resultan fundamentales para la aplicación de todo tipo de tratamientos.
La inmensa mayoría de los tratamientos efectuados en un Instituto de Belleza requieren la estrecha colaboración de la esteticista con los procedimientos científicos. Desde la limpieza de cutis con vapores de ozono o aplicaciones de rayos ultravioleta, la incorporación del rayo láser para muchos tratamientos, o los tratamientos anti celulíticos con alta tecnología, vemos cómo en la Estética actual y prácticamente en todos los terrenos se hace imprescindible la aplicación de técnicas científicas de primer orden.

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