domingo, 26 de agosto de 2018

EL VENENO Y OTROS VUENTOS


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EL VENERO Y OTROS CUENTOS


PRESENTACIÓN
Recoger, rescatar, valorar y difundir las creaciones literarias de escritores del Perú profundo, es una experiencia ética que cumplimos al publicar el presente libro de Domingo de Guzmán Huamán Sánchez, profesor de amplia trayectoria en el quehacer educativo, poeta, escritor, promotor cultural, autor y compositor de música andina e investigador del folclor nacional, en Veneno y otros Cuentos nos muestra una serie de vivencias, traumas e inquietudes del niño de la primera y segunda infancia y de adolescentes de las Vertientes del Pacífico, desde tumbes hasta Tacna. Cada cuento presenta al personaje reinante de nuestra época, donde campea el engaño, enriquecimiento ilícito, la desnutrición, la morbilidad, la mortandad, la promiscuidad y la ignorancia.
Los ambientes son descritos con la genialidad de un plástico, cuyas pinceladas cromáticas son realistas; en cambio el pensamiento, sentimiento, ideales y ambiciones de los personajes, son extraídos con pinzas de experiencias vividas:
1.- Maldito perro, es la radiografía de la frustración de Danilo, quién se entera que Marrita, su enamorada, no es mujer.
2.-  El veneno: la muerte de la señora Sofía moviliza a todos sus familiares que viven en ciudades lejanas. En el velorio se comenta que la muerte repentina había sido causada por envenenamiento. Después del entierro, la versión  fue olvidada.
3 - Al fin has caído, es la aventura de un grupo de estudiantes de primaria, que se dedican a robar gallinas; y cuando todo salía a la perfección. El  error de coger un gallo en vez de una gallina, originó un escándalo y la captura de los facinerosos.
- Vete al infierno: Un trabajador de la Jefatura Regional de Educación de Ancash, dedicado a la venta de plazas docentes, es ajusticiado por los profesores. Trasladando el cadáver a la morgue del Hospital Regional de Huaraz, uno de los profesores le increpa y lo manda al infierno mismo.
- Fulgencio es la historia de un traumado que mata a su ex compañero de educación primaria, causante de su invalidez.
-La prisión, es la placa sentimental de un niño y las peripecias que sufre siendo joven en la prisión del sexto de Lima, centro de reclusión, donde la mafia hace estragos con los reclusos.
- Nunatuki She, es la confrontación de dos primos hermanos que tienen caracteres y comportamientos encontrados, por la formación recibida, de acuerdo al ambiente donde crecen y se desarrollan.
Leer un relato a un niño supone una actividad de valor intelectual, cognitivo y emocional, que los padres y educadores debería poner en práctica cuanto antes. Además de todo, es una magnífica forma de crear complicidad y de estrechar vínculos afectivos entre unos y otros. Para muchos niños el ritual de los padres o abuelos de leerles un cuento es uno de los recuerdos más entrañables de la infancia.
Los editores



INDICE
Presentación
Al fin has caído
El Veneno
El Fuego Mortal
Vete al Infierno
Fulgencio
La Prisión
Maldito Perro
Nunatuki She.


AL FIN HAS CAÍDO
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Toda la tarde estuviste controlando el movimiento, en el pueblo, sabías quienes entraban y salían.
Lo que más te inquietaba era el trajinar de la chola Facunda, la muchacha de tus abuelitos; ella con el movimiento de sus caderas y el bambolear de sus senos que parecían toronjas del huerto de tus padres, en la quebrada de San Miguel, inquietaba .
Apoyado en el muro, conocido como Rejas, que rodeaba a la iglesia colonial, construida sobre edificaciones pre incas, tus amigos jugaban a las cartas, de vez en cuando, miraban la casa donde se efectuaría el golpe de la noche y querían que el tiempo pasara lo más rápido posible; te amenazaron diciéndote: ”Tiene que ser esta misma noche y sino te convertiremos en chicharrón con mote”.
Si bien es cierto que eras un adolescente, en varias oportunidades habías participado ya de sus reuniones que generalmente eran los sábados, de cada semana, en la casa vieja de Doña Dominga Deledesma. Allí es donde les sorprendió el profesor Víctor Moreno y como era chochera de sus alumnos no les quedó otra alternativa que invitarle. Al retirarse les dijo que si había una próxima vez no se olviden de él.
Entre dientes, decías muy optimista, esta noche tiene que ser. Ingresaré lentamente y a tientas llegaré al lugar donde duermen; y sin pensar dos veces la agarraré tibiecita y si es posible con ayuda de mis amigos. Agarraré de las piernas, evitaré que grité y después la llevaremos al lugar de costumbre. Lqa despojaremos de su plumaje y después de servir en platos hondos compartiremos con toda la pandilla.
El sol al fin sumergió su cabellera incandescente en las profundidades del mar lejano, tras de sí una extensa sabana violácea de arreboles se escuchaba el susurro del viento, que se columpiaba en los árboles de los huertos, en las esquinas de la plaza del pueblo, junto a la casa de tu tío Eugenio, el choro de la pileta murmuraba arpegios de canción de cuna.La población se zambullía en los brazos de la meditación y el descanso, después de una dura y áspera labor en el campo, agachado sobre los camellones. Era el mes de aporque de papas.
El momento era propicio, pudiste notar la silueta de tus abuelitos al momento que ingresaban a su dormitorio, en el segundo piso. De la casona ancestral. Parecían almas en pena con cirios en la mano, arrastrando sus sombras elásticas y alargadas que con el contacto de los troncos, paredes y objetos se contorsionaban grotescamente, parecían las siluetas de bailarinas de un pintor expresionista.
 En el dormitorio, de la sensual y coqueta Facunda, había luz preñada, sin duda estaría llenando crucigramas, que tanto le gustaba. Esa mañana había llegado el postillón con encomiendas y periódicos pasados, desde Lima, enviados por los hijos de sus abuelos.
¡Púchica! Seguro que estaría tirada sobre su cama, con su pijama de seda transparente, que su prima Gilda, la Universitaria, la regaló cuando visitó la tierra durantes sus vacaciones.
Juancho, Serapio y Delfina habían prendido una vela que se robaron de la tienda de Don Antuco, para seguir jugando a las cartas en la Laja de piedra azul, que protegía el ángulo de la Muralla de Rejas, de donde se solía divisar la parte oriental de la población y contemplar el bellísimo paisaje de grana y gualda del atardecer de las Vertientes del Pacífico.
- Tramposo juegas bien las cartas o te vas a peinar piojos, decía el retaco Juancho y Serapio le trató de badulaque y casi se fueron a los golpes, pero la intervención oportuna del lunarejo Delfín los apaciguó; imponía orden con su estatura y cautela, el mayor de todos y el estratega para una serie de palomilladas y aventuras adolescentes.
Los tres, al mismo tiempo, te masacrarán si esta noche fracasa tu plan, mocoso del diablo.
Se retiraron mohínos a comprar pan en la tienda de Doña Vacelisa. Siempre tus amigos te habían brindado su confianza y habías participado con ellos en muchas aventurillas de las cuales habías salido contento; esa noche, tu noche no deberías fallar.
Casi te orinas esperando que Facunda, que siempre paraba sonriéndote, como diciendo: ¿Qué esperas Chuchi? … No apagaba la luz, estaría encerrada con alguien. Las cavilaciones se esfumaron cuando la luz desapareció. Corriste apresurado y dijiste a tus amigos que era el momento de actuar, de acuerdo al plan trazado.
Cuando todos estarían dormidos, ingresarías a la casa, por la parte trasera del jardín. En el andén, un Capulí se levantaba muy pegadito a la pared de tapial, había llegado el momento esperado de tu bautizo y consagración.
 Con unos Trozos de pan y carne en los bolsillos, para neutralizar a los perros, escalaron la pared ligeros, como gatos y ¡Sua!.. ya estaban en el jardín.
Qué suerte la de ustedes, no estaban allí los canes,  temprano habían salido tras una perra que se encontraba dispuesta, estarían recorriendo las calles y caminos, jadeantes y hambrientos.
La fondista roncaba con las piernas sueltas, como un puma que se ha tragado un venado.
Ya estabas en la puerta. ¡Chisss¡… y tus amigos, bien ubicados en los follajes de los árboles, cumplían su papel de campanas. Aparentemente no corrían peligro, Con los nervios en punta, empezaste a forcejear la puerta. ¡Maldición¡… Cheerrr, sonó el gozne oxidado y casi sales corriendo como alma en pena, pensando que Facunda se había despertado y daría la alarma a toda la vecindad.
¡Hoy o nunca¡ diciendo, al fin lograste ingresar al ambiente oscuro, respiraste profundamente y caminaste pensando que sería muy delicioso e inolvidable noche de experiencia. La cogerías de la delantera tibia y de las piernas, procurando no despertarla y así sacarla del  corral, sin despertar a los gallos y gallinas, lograrías tu objetivo de saciar el deseo de tu pandilla.
Adentro sentiste un olor penetrante, pero eso no te desanimó. Avanzaste pasito a paso, parecías un astronauta, recorriendo la Luna, la tomaste con mucha suavidad, para no despertarla. Al fin, tenías una mano sobre el pecho y los dedos entre las piernas. La aproximaste cuidadosamente, procurando no despertarla y tratando de que permanezca en ese estado, sintiendo el calor tu pecho, hasta dejaste de respirar creo.
Qué mala suerte. Te confundiste, porque habías atrapado el jergón que había salido campeón en la última pelea de gallos, organizado con motivo de las fiestas patrias. Se armó un escándalo. Cacareos y cantos por aquí y gritos por allá y a puro picotazos,  aletazos y garrotazos en la cara, te mandaron al mundo de los sueños.
 Cuando despertaste, muy dolorido y con la sangre coagulada en tu cara y manos, te encontrabas amarrado en el horcón; también tus campanas habían caído, nada pudieron hacer cuando don Facundo, cogiéndolos de los cabellos, los había introducido al Corral, donde dormían las gallinas y otras aves de corral.
  Allá estaba parada con su bata de seda transparente, tenía en una mano el chiuchi que iluminaba, apenas, el ambiente y en la otra un palo de escoba ensangrentado.
 Cuando aparecieron tus abuelitos, temblando por la sorpresa y el frío, Facunda les dijo: - Al fin, han caído los wallpa suwa, ladrones de gallina.

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EL VENENO
La penumbra se deslizaba por las laderas de Ishke Cruz, como una serpiente perezosa, engullendo el trino de las aves y el canto del zorzal que a esa hora decía:
 warmi tsuri chichu,
jeta, kutya, pior , pior¡…
¡Mi mujer y mi hija preñadas,
los pateo y los golpeo, peor, peor¡
En el patio de una casona, un viejito chacchaba apoyado en la pared y unas jovencitas exponiendo la anatomía de sus cuerpos delicados, a través de sus batas, hacía limpieza de los interiores y el patio de la mansión. Mientras un niñito, con un palo golpeaba a los perros, queriendo sacarlos a la calle y los muy sabidos se levantaban y con la cabeza gacha, se movían de uno a otro sitio, para volver a echarse lejos de su agresor.
En el interior un crucifijo, de metal plateado, irradiaba el reflejo de las luces hacia una infinidad de sitios de la capilla ardiente, resaltando las formas de un ataúd negro con adornos metálicos. Unas abuelitas arrodilladas en el reclinatorio, rezaban; mientras que otras sentadas en el piso, sobre sus blandas polleras lloraban desconsoladamente.
Con el rostro y la vestimenta cubiertos de polvareda, se ubicaron en abanico alrededor de la cabecera del ataúd de la difunta, que a través de la ventanilla con vidrio parecía sonreír.
Ella está muy bella como siempre, pero su piel está amoratada, dijo alguien muy despacito. Miguel había escuchado.
Las personas ingresaban y saludaban dando pésames y se mantenían en completo silencio, ni un solo comentario. Se escuchaba que todos hablaban de las bondades de la difunta.
En el patio, al contorno de un horcón, donde colgaban tres carneros recién degollados, los perros se desgarraban la piel a dentelladas, hasta que don Filomeno Sánchez, repuntero de los deudos, con un chicote largo de arriero, logró sacarlos a la calle.
Ajenos a la tragedia, wawa y Jacky jugaban con las gotas de agua que chorreaba del caño y hacían esfuerzos por abrir la llave, hasta que se golpearon y se pusieron a llorar. Se acercó la mamá de los niños y les dio palmadas en la manitas heladas, exigiéndoles que se callaran.
Después de divisar, a su alrededor, buscando algún consuelo se pusieron a llorar sin entender el motivo del castigo.
Amanecio lloviznando. Las chuchucoras chorreaban y las calles empedradas se vestían con un manto oscuro de color azul gris. Después del aseo, a la orden de Miguel, se inició la marcha fúnebre. Los deudos iban a los costados del ataúd. A continuación las mujeres y casi al final los varones, los niños también, al costado de las mamás o en el hombro de sus padres y los más pequeños en las espalda, sostenidos  por llicllas  de bayetas.
Don, din, don, din.. Las campanas desgarraban los corazones, fracturando los cristales de la serenidad.
 La banda de músicos, San Santiago de Cochapetí, bajo la dirección de don Satiago Zúñiga, ejecutaba una marcha fúnebre, que hacía brotar lágrimas que punzaban los corazones.
De rato en rato, Don Luis “Kala peka”, cantor del templo, interpretaba con el violín y cantaba un responso  cantaba el responso desgarrante. Después de traspasar el portón del cementerio, el ataúd se trasladó hacia un claro, rodeado de ortigas tréboles y pajonales muy crecidos; el promontorio de tierra negra, recién extraída del suelo, orientaba hacia la fosa, que  desde ese día se tragaría el cuerpo de Sofía Yacupoma, la abuelita buena,y cariñosa.
 El cielo estaba nublado y por entre sus entrañas abiertas por el filo de un cuchillo delgadito, los rayos del sol ingresaban de frente hacia el piso del sepulcro. Dos mozos fornidos, animados por la chicha con punto,  un tanto nerviosos, bajaron con agilidad felina y recibieron el ataud.
 El sonido del féretro al ser depositado y las primeras lámparas de tierra, despertaron a la fiera del dolor y sus rugidos provocaron llantos y exclamaciones dolorosas; unos querían abalanzarse tras la difunta y sólo la intervención de los parientes evitaron desenlaces fatales; otros se desgarraban los vestidos y se arrancaban los cabellos y golpeándose el pecho exclamaban:
-¡Dios mío!...¿Por qué te llevas a ella que era tan buena?
Los niños inocentes criaturas, sin darse cuenta de lo que sucedía, miraban a los que lloraban y también se ponía a llorar a gritos, como si alguien estuviera golpeándoles.
La tierra cubrió a la Tierra y una lápida de piedra se levantó sobre la tumba, reflejando la sombra de su cruz, que poco a poco fue agigantándose. Los deudos y los acompañantes se alejaron, dirigiéndose a la casa de la difunta, a degustar de un suculento almuerzo, con bastante Mote de maíz y el picante de cuy.
Después de la Noche Buena de Navidad, la ciudad de Huaraz había amanecido tranquila pero asquerosa, las barrenderas del municipio limpiaban las plazas y las calles que estaban pobladas con botellas de champán, fragmento de cohetones, cuetecillos y vasos descartables.
Con la bolsa de compras, en el brazo derecho y el monedero en la mano izquierda, se había detenido al borde de la vereda para observar la presencia de algún vehículo y segura de que no había peligro cruzó la Avenida Luzuriaga, cuando un impacto la asumió en la inconsciencia.
Había estado varios días en el hospital, con cuidados intensivos y cuando retorno al hogar, la alegría empezó a renacer; hasta las flores de la incertidumbre abrieron sus corolas para perfumar el ambiente. Transcurrieron los días y fue mejorándose y nadie presagiaba su muerte repentina.
Pasada la temporada de lluvias, Sofía había viajado a su fundo de Qarwanchi a verificar la marcha de las actividades agropecuarias que estaban abandonadas, desde el fallecimiento de su esposo. Cuentan que, recorría las cementeras y alfalfares, en floración, exhalando el perfume embriagador de las flores silvestres; de rato en rato se sentaba bajo la sombra de los alisales añosos, al borde de la acequia que conducía agua para llenar el estanque de Chankor qocha y que, juntando las palmas de las manos, rezaba arrodillada al pie de la cruz que ella misma había adornado con machitu y weqlla y decorado con purpurinas, en el pasado Carnaval. Cantaba huaynos que desgarraban el corazón:
Cadenas a dónde me arrastras
destino adonde me llevas;
cadena serás mi muerte,
destino serás mi tumba.
En la casa del pueblo, donde con mucho afecto alimentaba a sus bisnietos, en las mañanas y tardes les enseñaba a contar a conocer las partes del cuerpo, reconocer los colores, pronunciar correctamente las palabras. Pasaba horas y horas contando los pocos días que faltaban para retomar a Huaraz. A los parientes que la visitaban le solía decir cantando:
Mañana mañana iré
por las cordilleras,
levantando polvaderas
de mi mala suerte.
Sus alforjas tejidas con hilos Azules y blancos de algodón con diseños de Utuspa murum y tukupa nawin estaban repletas de vestidos y cerca se encontraban sacos de papas y de trigo. Habían alquilado tres burros de Don Ishaco y la mula de don Lucio Soto para trasladarse al pueblito de Cotaparaco.
Una mañana, radiante de sol, salió al patio sudorosa y temblando pronunció: ¡Adiós … Me voy¡ diciendo, cayó de rodillas al pavimento. La habían cogido antes de que se golpeara en el piso y sintieron que su alma salía apresuradamente hacia la eternidad, dejando su cuerpo en brazos de los suyos, anegados en llanto.
Después del entierro, los acompañantes ingresaron a la casa y tomaron asiento en el lugar más cómodo; mientras tanto el “Loquito” Miguel, guiado por un extraño presentimiento, se dirigió al dormitorio de mama Sofía. En la mesita de noche, ubicada al pie del cuadro del Sagrado Corazón de Jesús, se encontraba un pocillo floreado enlozado con unas gotitas de agua y en el piso se configuraba un frasco vacío y muy  cerca se encontraba la tapa, lo levantó y leyó. La etiqueta decía: Somnífero.
-         !Pobrecita! … ¡Tan buena que era!...
-    Sino es por el corazón, ahorita estaría viva. ¡Maldito  paro cardíaco!.. Nadie está libre.
En los interiores y el patio, la gente saboreaba puñados de mote y los perros gustaban los huesos de cuy y carnero, que uno y otro comensal arrojaba indiscretamente.

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FUEGO MORTAL
Todas las tardes estabas muy inquieto en el salón de clases, del quinto grado de primaria, esperando la aceptación de tu grupo para hacer lo que tú sabías hacer.
En las vísperas de San Juan estabas que dabas golpes al tablero de la carpeta y rechinabas los dientes, mientras el profesor hablaba acerca de los peligros que acarrea la contaminación ambiental. ¡Pucha! … ¿A qué hora terminará esta clase?...Decías, enfurecido, y ajustabas los puños cómo queriendo dar de puñetazos a Tollón que a tu lado, muy concentrado, escuchaba la clase y tomaba notas en su cuaderno.
 Estabas pues, muy maloso, tenías dos cajas de fósforo y una cajetilla de cigarrillos Nacional que habías comprado de la tienda de Don Alberto, con el precio de los huevos de tu gallina Chucupina.
Apenas el tilín tilín tilín, de la campanilla sonó,  en el arco oriental del campo deportivo, se reunieron los integrantes de tu pandilla. Allí estaba Chayanne, Yo yo, Guagua,  Cuca Supi, Recuash y el sobón de Tolón.
 Se sentaron al borde de la piscina llena de polvo y achupallas, recordando que, durante los meses de abril y mayo, habían nadado todos los días al medio día. Pero ahora por el calor habían secado los manantiales surtidores de agua. Lejos del lugar, las humaredas se levantaban, sin duda, los pastores estaban quemando los arbustos de los precipicios, ellos sabían que no se debían quemar los ichos y los pajonales de las Pampas, porque las vaquitas que dan la leche fresca, los caballos que nos ayudan con las cargas o las ovejitas que nos dan su lana y carne se quedarían sin alimento. Mañana es San Juan y esta noche debemos salir a quemar los cerros, dijiste. Todos estaban de acuerdo contigo a excepción del Tolón que nos recordaba que deberíamos seguir los consejos de nuestro profesor. La desobediencia trae malas consecuencias,, sentenció.
 Tú ya tenías 18 años, eras el mayor de todos y habías recorrido los pueblos de la costa, desde los 11 años. Nos enseñabas  muchas cosas; tú eras mejor que el profesor porque nos enseñabas muchas cosas, que nuestros padres desconocían o n o querían decir.
Después de aislar al soplón Tolón de la pandilla se pusieron de acuerdo. Pushanya llevaría un litro de alcohol, mezclado con agua gaseosa, para matar el frío; Cuca Supi se encargaría de la Coca Cola y los cigarros; Recuash se había comprometido llevar tres portolas con panes y tú convencerías a la empleada encargada de limpiar el salón de clases para compañía y todo sería posible con la ayuda de tu prima Josefina que era muy pataza tuya y de las chicas; era muy despierta, porque había recorrido varios lugares de la costa y trabajado de cocinera, ama de llaves y cantinera en los bares de Huarmey.
A las 8 de la noche. se reunieron en la puerta de la iglesia y partieron rumbo a Cruz Pampa ,donde empezaron a quemar ichus y pajonales que crecían en los barrancos y despeñaderos. Actuaban con mucha precaución porque temían que el fuego se propagara hacia las Pampas de pastizales y los trigales.
A medianoche, formaste un círculo humano y se sirvieron las portolas que las abrieron con piedras filudas, porque ninguno tenía abre latas. ¡Qué rico sándwich de portola! Para cortar el frío tomaron una mezcla de alcohol y gaseosa. ¡Salud hermano, salud!
Cada uno con su pareja disfrutaban del hermoso paisaje, iluminado por las fogatas, alimentadas por qanshas y ramas resecas. Recuash con su pareja disfrutaba del hermoso paisaje iluminado por las fogatas, alimentadas por gramas y ramas resecas; 
Sin decir nada, la jalaste hacia la pirca, la abrazaste y ¡Jua! Ahí mismito la besaste en sus labios qué olían a pétalos de flor silvestre. She, como no más te mordía las orejas, sin hacerte doler; estaban hundidos en el fango de la sexualidad, cuando la voz de Nelita, prima de Rufina, les interrumpió. La maldita estaba parada junto a ustedes.
 La faena empezó de nuevo, quedaban lugares por quemar en los cerros.  Colérico y animado cómo estabas, ingresabas a una choza abandonada y lo prendías fuego, como loco corrías de un lado a otro, seguido por Rufina. De rato en rato se sentaban y al hacerlo, ella te acariciaba el cabello pero tú te mostrabas indiferente, deseabas incendiar todas las cosas combustibles.
Las milenarias chullpas y el Atocpa Templum, Templo del zorro de la cultura Wari se desmoronaron y sus piedras labradas al caer sé despostillaban porque estaban calcinadas. De igual manera las andenerías incas fueron derrumbándose al perder el soporte de las raíces de las plantas incendiadas.
Un alarido brotó del corazón de la Tierra, sin duda era el grito de los mukis, que  durante milenios habían permanecido con sueño profundo, envueltos por el manto del respeto a la tradición.
Como gozabas shé como gozaban tus compañeros de pandilla tus compañeros de Pandilla, al ver convertido en llamas los restos arqueológicos pre incas e incas, igual que las  y sementeras; pero en un momento se asustaron, cuando una momia liberada de su fardo funerario, por las fuerzas destructoras del fuego, abrió los brazos como impulsado por una fuerza misteriosa, se elevó cual cohete, en las vísperas del Patrón Shanticho y desde las alturas se vino abajo, convirtiéndose en trizas de huesos calcinados e incandescentes y na astilla atravesó el corazón de Leoncio que murió al instante, dejando absorto al grupo.
El fuego te convirtió en un ser extraño y Rufina a tu lado parecía una fiera en celo. Caminaron y llegaron a una pampa; las reses estaban alborotadas, la  gente estaba asustada y ustedes se alejaron del grupo. Ustedes se alejaron del grupo hacia la hondonada llena de vegetación exuberante que no les permitió la visibilidad  tanteando y abriendo los ojos para distinguir  algo entre las sombras.
Tropezaron con una laja que cubría la entrada de una cueva, la retiraste e ingresaron a su interior. Estaba oscuro, sintieron un poco de miedo. !Qué caray! Diciendo. Continuaste con la caminata, besando de rato en rato el crucifijo de plata que tenías colgada del cuello.
Todo ardía bajo el cielo sin estrellas, el ambiente se pobló de reses alocadas que se daban vueltas al sentirse rodeadas por llamaradas infernales, los berridos de borregos aprisionados por las llamas. En medio de las pampas el graznido de los búhos que tienen plumas alzadas que parecen orejas, acostumbrados a volar durante la noche, se chocaban con los árboles  y peñas, enceguecidos por el fuego.
Tus compañeros rodando por los barrancos, pinchándose con la espinas llegaron al fondo, por donde corría el río manso y silencioso. Los familiares y las autoridades del pueblo les buscaron, durante siete días, notificados por Tolón del plan que trazaste tú y Rufina . Un grupo de tu pandilla estaba a salvo y negaron haber salido contigo.
 Hace dos días, trajeron tus restos chamuscados, unidos a los de Rufina. Tus familiares lloran tu desaparición, pero el pueblo sufre y seguirá sufriendo por el tremendo daño que has causado, junto a tu pandilla. Ellos han participado de tu entierro, pero  están muy raros, parecen upas y caminan con las miradas perdidas en el horizonte. Eso les pasa por desobedientes.
Tus hermanos y algunos de la familia, todos los sábados, vendremos a visitarte para que no te sientas muy solito y acostadito y bien abrazadito a Rufina, bajo el peso de la tierra y de la Cruz blanca de mármol… ¿Nos estarás esperando?


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VETE AL INFIERNO

Por querer congraciarme contigo ingrese a la cantina “El Gato Negro”, dónde estabas bebiendo cerveza con unos profesores, me extendiste la mano, y con desgano orgulloso,  quizás no adivinabas lo que estaba buscando. Bueno lo que yo deseaba por el momento era conocerte y ganarme tu confianza.
 Pedí un par de cervecitas y cuando se terminaron y como prestabas más atención a los otros, decidí retirarme porque ya te conocía Y eso era suficiente. estaba informado que tú acostumbrabas a recibir a tus clientes, en las noches a partir de las diez.. Cuando fui a entrevistarte, en la puerta de tu casa había mucha gente; unos con gallinas, otros con licuadora, equipo electrónico y algunos sin nada, sin duda tenían la billetera llena de dólares o tarjetas de Congresistas.
 Cuando logré  acercarme a la puerta de tu casa me puse muy contento, salió una caderona gordita y movediza preguntando por el regalo; al ver que no tenía bolsas, cerró la puerta de fierro poderoso. Me retiré a la esquina, donde vendían emolientes en carretillas y pedí un calichito.
Francamente estaba muy decepcionado, quería llorar a lo macho, en eso te presentaste con unos dirigentes de la comunidad de mi pueblo, reconocí al presidente, un cholo pícaro que por ser tu amigo mereció el apoyo de FONCODES. Estaba con zapatos de cuero, pantalón jeans, casaca de cuero igualito que tú. Se sentaron alrededor de la carretilla donde yo estaba. El ciudadano Claudio, marido de mi prima, que sin tener estudios superiores estaba trabajando como profesor en coris, levantando el vaso dijo: ¡Salud!
 Entonces, me puse contento y quise saltar, quise aplaudir, ahí nomás; pero jamás te hubiera pedido servicio alguno, delante de esos sobones, por eso me retiré. Caminando, caminando iba medio atontado por el jirón Bolívar, pensando en el por qué se  negociaban las plazas de los servidores públicos. Cómo  uno puede mantenerse tranquilo, mientras los funcionarios coimean. ¡Por qué Dios no les castiga, como al zorzal, para que todo lo que traga se pase inmediatamente.
 Un día al enterarse que los hombres de la tierra se habían pervertido y Dios, Imaymana viracocha, había enviado al zorzal averiguar lo que sucedía en los Andes, Apenas llegando a la tierra se enamoró de una sensual y bellísima mujer que tenía mucho dinero y se dedicó a la gran vida y con su hondilla a la caza del zorzal. A su alrededor, todo era abundancia; pero, el pueblo se moría de hambre sólo los cerdos estaban gordos con la sobra de tanta comida, de los banquetes. 
Warakayoq,  enviado de imaymana wiracocha, al observar tanta indiferencia e injusticia, se entrevistó con el líder de los hombres perversos a quien le pidió c ambiar de actitud y vivir en paz; pero ante la negativa cogió su macana de oro y arrazó a los desalmados y su gente arrasó la ciudad. Después de la destrucción le dijo al zorzal: Por desobediente y haber caído a la tentación de los malvados, No encontrarás fidelidad y ninguna mujer te será fiel.
 Por eso, ese desgraciado animal es abatido por tanta desgracia bebé para mear y come para cagar al instante. Cuando estaba sumida en mis pensamientos, siento que el guarda espaldas, me dice.
She, te llama Bailón… perezosamente segui sus pasos e ingrese a la cantina donde te encontrabas me invitaste a sentarme y un par de botellas de cerveza, con mucha amabilidad y después de beber el vaso de licor espumante, sin preámbulos me dijiste: Tengo una plaza disponible, para profesor de Educación primaria  en el distrito de Pampa, provincia de Corongo, si dispones de $5,000, la plaza es para tu mujer .
Ya sabía de la tarifa impuesta en la Dirección Regional de Educación. Con mucha pena había metido mi mano derecha al bolsillo y extraje el fajo de billetes y cuando intenté contar, me dijo: Así no más. No desconfío de mis paisanos, diciendo encalentaste en tu billetera.  Agregó: No vayas a pensar que todo el dinero es para mí. Así como existieron espacios para conquistar el Tahuantinsuyo, somos tres al servicio de la educación peruana: el director que se queda con la mitad ,el jefe de personal y yo con la diferencia.
Cuando di la noticia, mi esposa se puso feliz  y me llenó de besos. Las primeras mañanas, para nosotros, se presentaban radiantes y abrigábamos la esperanza de ser atendidos.
Te esperaba en la esquina de tu oficina a la hora de entrada, parecías  perra en celo, a dónde ibas te seguían multitudes de profesores sonriente y otros coléricos y tú normal, con tu sonrisa burlona, peinado de Hitler, nariz de Hitler y yo con mandíbula de pelícano y cuerpo de eunuco, intenté conversar con Héctor e hice cola que se extendía desde la calle, pasando por las escaleras, hasta el cuarto piso. La pifiadera era tremenda, Cuando salías y llamabas por sus nombres a los profesoras pintarrajeadas y con peinados extravagantes que parecían del burdel y las hacías pasar, dentro de unos instantes, salían contorneándose satisfechas por la atención preferente. A nosotros nos decías: ¡Paciencia hermanos!. Mañana a la primera hora serán atendidos. Saliste detrás de las chicas, diciendo que le esperáramos. Al regresar a mi casa , mi mujer me recibía muy colérica. Todos los días peleábamos, los niños lloraban porque no tenían leche y pan en el desayuno; la situación se agravó cuando nos enteramos que la Plaza de la Pampa ,que nos habías  ofrecido, ya estaba cubierta por  la recomendada de la congresista Marianela Espínola. El sindicato te cuestiono por cobros indebidos a las apafas, por las entregas de buzos. Perdí la esperanza del contrato de mi mujer y de recuperar mi dinero. Cuánto dinero invierte el estado en la formación de profesores y al final para que terminen como vendedor informal, igual que mi esposa, Veinte años de estudios, desde jardín de infancia  hasta profesionalizarse. todo con el dinero del erario nacional que no es otra cosa que la contribución del pueblo sufrido para el pago de los sueldos de profesores, personal administrativo y de servicio, conservación de infraestructura y demás gastos. Con razón Mi Perú es un es mendigo sentado en un banco de oro y está hasta sus macetas. Perdida la esperanza, me fui a Chiquian y el director de la USE, recién nombrado, atendió la solicitud de mi esposa, contratándola para una plaza en el Centro Educativo de Llama a cambio de una propinita de 200 soles y un almuerzo para todo el personal a su cargo. Cada vez que tenía tiempo, te buscaba y nadie me daba razón de tu paradero. El misterio se aclaró, cuando me noticiaron que un grupo de profesores engañados se habían reunido y planificado tu secuestro. Frente a tus estafados, con el corazón endurecido por tus estafas, te pusiste a llorar como María Magdalena. sin embargo uno de ellos que estuvo contigo en las filas de Sendero Luminoso,   propuso una solución. Fueron a tu casa  en compañía de trece profesores armados con dinamita. Abriste tu dormitorio y a vista y presencia de tus secuaces, sacaste  billetes verdes, dólares americanos ,que se encontraba cocidos  en un  colchón de dos plazas. Nadie estaba allí. Tu mujer paraba entre el hospital y la comisaría. Acompañado por tus hijos, averiguando tu paradero.
Hombrecito, dabas lástima. Al fin, después de varios días de tortura con la quema de  ombligo, te arrojaron al río Santa, donde, días después, la Policía de Rescate te encontraron con el rostro desfigurado y el cuerpo completamente destrozado.
 He venido a compadecerte por estar tirado como perro en el piso helado de la morgue, toda la noche, y estoy aquí para decirte: ¡Vete al infierno! Ja ja ja, al infierno a quemarte por siempre.



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fULGENCIO

 El, se llamaba Fulgencio, su casa quedaba enfrente mismo de la mía. Todas las mañanas íbamos a segar alfalfa, trasladar agua, votar las reses, soltar el estanque, ir a la escuela. Nadie se metía con nosotros, porque teníamos fama de trampeadores y nunca nos separábamos, compartíamos todo: triunfos y fracasos. Un día Fulgencio, la flaca Adelaida y yo, jugando, jugando nos metimos al Barranco de Jatun Urán y desaparecimos entre las Matas crecidas de las habas de Don Honorato. Al principio, ella se resistió, decía que  si sus padres se enteraban la iban a matar. Ya no seas cojuda, aprovecha la oportunidad, diciendo, la metimos al cuento. Las horas fueron felices e inolvidable. Sí. Fulgencio las vacas, Fulgencio los burros, Fulgencio a regar, Fulgencio, todo era Fulgencio. Nos abrazamos fuerte, muy fuerte y me dijo: ¡ Adiós, primo” Ese día , Jueves Santo, emprendí viaje. Mis padres habían decidido que yo siga mis estudios de secundaria, en la ciudad de Huaraz. Cuando regresé a la tierra, encontré su casa derruida y me dijeron que él vivía en San Miguel y se dedicaba al cultivo de árboles frutales como chirimoyas paltas, manzanas que le daba buenas rentas. Cuanto lo extrañaba. Cuántos recuerdos. Un día, jueves, salimos de paseo por Cancha Ucro, donde, durante todo el día, cogimos mariposas e insectos y coleccionamos hojas, flores y piedrecillas para nuestro herbario y para el museo de aula cogimos frutos silvestres sin madurar, los tallos y ramas, pero siguiendo las recomendaciones del profesor, no casábamos pájaros ni tocábamos nidos. De regreso, nosotros que habíamos encontrado unas matas de shuptaq,  ranque y ullma entregamos a nuestros maestros en  una talega de tocuyo. Ellos nos llenaron de halagos.
En el campo deportivo nos buscaron la bronca: yanaco y su hermano Claudio, Jonathan, Maximiliano, Serafín y Clemente y a traición nos golpearon duro con puñetes, patadas y cabezazos que nos dejaron enfermos, nos torcieron la nariz y nos fracturaron las costillas y Shawi quedó chueco  por toda la vida. Completamente desfigurados entramos al templo y de rodillas pedimos al patrón Shanticho, castigo para nuestros agresores.
Fulgencio, juró que se vengaría. Pasaron los años y todos éramos padres de familia. Me dijeron que Fulgencio, hombre adinerado, tenía una linda esposa y varios hijos con quienes se sentía muy dichoso y siempre viajaba, en temporada de verano, a vacacionar en su camioneta de doble cabina. Tenía todo y era muy feliz.
 Lo raro es que de tiempo en tiempo solía desaparecer y nadie sabía dónde o con quién iba.
Una mañana, con el alba, Yanaco había salido en compañía de su perrito Pichis, de su fundo de queropuquio rumbo al temple a realizar el trueque de papas tiernas y queso con camotes yucas y frutas, pero no retornó a su casa, en el tiempo anunciado por el peón  Santiago que arreaba unos borregos para su venta en la quebrada .Descubrió en un recodo del camino de Sholli un cuerpo completamente desnudo, colgado de un molle y le faltaban los compañones, cerca del cadáver que  empezaba  a descomponerse, Pichis, con el hocico sanguinolento, mueve la cola y lamiéndose la boca tenía los ojos saltones fijos en su difunto amo.
 ¡Misterio! … A un año del incidente ,al final de la fiesta patronal de San Miguel, Don Jonathan cabalgando en su mula negra, llamada viento, ,la rompe sincha  había salido rumbo a Cochapetí y apenas cruzó las turbulentas aguas del río, fueron devorados por la oscuridad de la noche. Al otro lado se percibía el trota jadeante de la cabalgadura y el silbido de una canción romántica.
Después de algunos meses unos pastores noticiaron que en el fondo de un abismo inaccesible habían presenciado el revoloteo de gallinazos y de noche habían percibido el tanteo de los zorros y el mirar de gatos monteses.Los comentarios eran muy diversos y las sospechas se ahogaban en la incertidumbre y el dolor de los deudos.
A los pocos días, Don Maximiliano fue encontrado ahogado en un estanque, que quedaba  frente a su casa deshabitada de Llamahuashan. En su salita, sobre la mesa de Centro había encontrado una media botella de Whisky caballo blanco y dos vasos con residuos de licor.
Fulgencio fue tomado preso y encarcelado en la prisión de Huaraz y después de cinco años fue declarado inocente y salió en libertad. Esos días,  Clemente el Peón de Maximiliano fue encontrado muerto, en los parajes de Huataspín, tenía el cuerpo aplastado como si fuera Cuy chactado; se dijo que había sido alcanzado por una galga, provocada por unos cerdos que obsequiaban en la parte alta del parque.
A medio año, se produjeron dos desgracias más. Claudio arriero de profesión, a su retorno de Ticapampa  con treinta burros, con cargas de licores, abarrotes y otras mercaderías, fue encontrado muerto en las punas de mesa Pampa, al engancharse su pie en el estribo había sido arrastrado por la mula, más de trescientos metros y por haber noticiado este incidente, Don Macario paró en la cárcel de Alija, por homicidio culposo.
Por temor a ser denunciado y encarcelado, cuando encontraron a Don Serafín asfixiado junto a su mujer, en su choza de campo  nadie dijo esta boca es mía. Ahora dirán…¿Cómo se del detalle de las muertes?...! Caramba! Todo tiene su explicación. Hace un año, en un baile de disfraces de carnaval me fascino una mujer, vestida de hada, y con ella baile y bebí toda la noche,  hasta el amanecer y sin darme cuenta amanecimos en el Hospital Pacífico; mientras desayunábamos en nuestra suite, sacó de su bolsillo un cuaderno en cuya carátula estaba escrito: Historia del Perú, perteneciente a Fulgencio Ocrospoma y en la página central la siguiente nota que me golpearon, como comba. Morirían uno tras otro y Yanaco será colgado, Claudio arrastrado por su boda, Jonathan desbarrancado y comido por los buitres, Serafín asfixiado, Clemente aplastado por una roca y Maximiliano ahogado en un estanque, yo mismo haré que se cumpla.
 Cuando la eché de menos ya no estaba había desaparecido como una exhalación.
 En el libro de registro de hospedaje aparecía sólo mi nombre y firma.
 Los días siguientes visité a mis paisanos, preguntando si algo sabía de la viuda de Fulgencio. Nadie me dio razón;  estaban igual de ignorantes que yo, hasta que Adelaida recién llegada de Cochapetí, me interrogó: ¿Cómo, no estás enterado que la señora Carmen murió hace 10 años junto con su esposo en su fundó de San Miguel’ unos maleantes, contratados por los hijos de Maximiliano y Jonatán ingresaron al dormitorio, los sacaron a puntapiés y grabaron sus declaraciones y a vista y presencia de sus hijos y de los vecinos los degollaron y las cabezas la pusieron como trofeo en la canastilla de una camioneta roja y desaparecieron dejando atrás una nube de polvareda y almas piadosas deshilvanando compasión y padre nuestro se retiraron a sus hogares.
La noticia me dejó desconcertado y mientras bebíamos gaseosa con pasteles, Adelaida me trajo a la memoria, el retorno de los escolares a su casa. Uno por uno, salimos de las chacras muy satisfechos de haber comido las habas verdes dejando desparramado entre las matas apachurradas, salíamos y partíamos rumbo a nuestras estancias. En casa, nuestros padres ya sabían que no habíamos asistido  a las clases de la escuela.


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LA PRISION

Un día de visita, todos los presos tenían que estar presentables; por eso cuando los empleados empezaron a golpear con sus varas los barrotes de las celdas, con tu pijama y una toalla en el cuello esperaste que abran la puerta del pabellón de presos políticos.
-  ¡Carajo, un último en llegar a las duchas¡ Gritó el Caporal del Pabellón, un chino que estaba preso por prácticas abortivas, gritó:  ¡Un último en llegar a las duchas! Uno por uno descendió las escaleras hasta el primer piso donde se encontraban las instalaciones de duchas y servicios higiénicos.
Los cinco minutos disponibles, aprovechaste al máximo y fuiste uno de los primeros en entrar y salir de la ducha de agua fría, esperaste pacientemente hasta que tus compañeros concluyan para subir al pabellón, antes de que suelten a los delincuentes comunes y criminales sentenciados que chaveta en mano asaltaban a los internos que no tenían padrinos.
A esa hora treinta camiones, surtidores de rancherías ubicadas en las barriadas de Lima, salían uno tras otro del patio trasero del sexto
Para el almuerzo, a propósito los Caporales de mierda llenaban abundante alcanfor a la comida de los reclusos Ni cojudo diciendo dejaban de comer, sabían que el alcanfor desvitalizaba y volvia ñoco al más machito, por eso cada mañana la ración de los reclusos salía rumbo a las chancherías para alimentar a los cerdos.¿Cuánto dinero recibiría el director por este negociado. Imagínate nomás. Cinco mil raciones diarias en ese restringido pabellón rodeado por seres caricaturescos envueltos por esperanzas e ilusiones remotas.
 Los recuerdos del pasado te punzan el cerebro y un dolor profundo hizo que te doblaras sobre tus rodillas con los puños apretados.
Empezaste pasar revista a tu vida azarosa, llena de contraste, pasaste a los años de tu adolescencia sabías donde pastaban. Te dirigiste apresurado, llevando unos caramelos y chocolates, que sin esfuerzo sustrajiste de la tienda de tus padres. Ahí estaban las dos shermanas sentada sobre una piedra, al borde del camino y ocultas por la neblina espesa, sus cabellos que colgaban cuál zarcillos de viñedos fecundos por debajo del sombrero,  estaban decorados con rocíos formados por c razones y las ovejas, allí cerca, pacían vigilados por Fido, perro pastor, que no los abandonaba en ningún momento, la separaste de su hermana y te la llevaste a una cueva. Estuvieron allí, largo rato, jugando a papá y a mamá . Ella era tu mayor por cinco años. Estaban hechados en el piso arenoso, sobre su pañalón de lana negra, envueltos por un remolino de placer adolescente  y al percibir una sombra, ella se sentó asustada y reprendió: - ¿Qué haces aquí?... ¡Cuida las ovejas! Te hiciste el mohino y, cariñosamente, la suplicaste. Florcita, no vayas a decir de esto a alguien. porque nos castigaran y no podríamos jugar ni compartir caramelos que tanto te gusta , es que yo también quiero jugar a papá y mamá con ustedes. Florcita, agachadita se retiró con sus diez añitos en la espalda.
Se abrió la puerta de fierro, haciendo un chirrido estremecedor. El Caporal te dijo que tenías visita. Vete al infierno chino de mierda, dijiste entre dientes. Te alistaste y bien cambiadito como cuando asistías a un baile social en Huaraz esperaste. Al escuchar tu nombre por el parlante bajaste atropelladamente, por la escalera que conectaba los cuatro pisos del penal El Sexto, tratando de adivinar quién podría ser tu visitante. ¿Tu padre? … No, él estaba muy lejos y  pegada a la tierra, rumiando sus penas e impotente de viajar, por no conocer la ciudad tan inmensa, poblada por rateros, prostitutas, locos y genocidas. Entre la multitud estaba ella, muy asustada, con una bolsa llena de frutas. Te acercaste, abriendo camino entre la gente que enladrillaba el espacio. Se sentaron en un banquito de cemento. Ella temblaba; conversaron sobre diversos temas. Era octubre, el cielo estaba cubierto por una densa nube gris y lloviznaba, formando un barro azulino que barnizaba los calzados. Cuando sonó el timbre anunciando el final de la visita, mirándote con ojos tristes que abordaron unas lágrimas, te dijo, ya tengo otro amor defensor de los damnificados. ¿Te gusta estar aquí en medio de tanta Podredumbre?...Pues quédate y Púdrete.
 Rebeca no seas cruel, diciendo la cogiste del brazo, pero ella te rechazo y furiosa se perdió en la multitud que se movía. Cómo si contuviera carnes descompuesta quisiste arrojar la bolsa de frutas en el primer Tacho de basura. Alzaste la mirada hacia la celda 87 y allí estaban tus padrinos Pedro Candela, el Chino y el poeta ,guerrilleros de Chaupi Mayo, condenados a cadena perpetua por levantar la voz y las armas contra la injusticia y la explotación, durante el primer gobierno de Belaúnde. Subiste las escaleras rumiando tu rabia e impotencia, les saludaste atentamente y después de entregarles la bolsa de frutas, te retiraste al Pabellón de presos políticos. Ahí estaban recluidos los funcionarios de gobierno, también los ladrones avezados que desde el interior del penal dirigían asaltos en distintos lugares del país.
 Las últimas palabras de Rebeca seguían taladrando tu cerebro: ¡Pues, quédate y Púdrete! Estabas aislado de la sociedad, estabas lejos de Huarmey.
¿Oh, aquellos tiempos!...A lo lejos el puerto de Huarmey y al otro extremo la Caleta culebras, los muelles, los barcos, las chalanas, las bolicheras meciéndose salvajemente al ritmo del vaivén de las olas y abanicados por el vuelo de las gaviotas echadas al viento, cerca un carpintero de piel cobriza y brazo fibroso como las raíces del guarango calafateaba una lancha llamada Buenaventura y unos chiquillos se alejaban con unas canastas de jurel en tus primos trabajaban en La pesquera paracas. Enrique en almacén y Jeremías en la posa, toda la semana se rompían el forro, para ganar un buen billetazo, porque era la época de Bonanza pesquera.
Los días viernes, mamá Priscila sentada junto a su bicharra, en la cocina amplia, esperaba con un suflé de corvina al horno, aderezada con mantequilla queso y yema de huevo; y apenas te sentabas con tus primos y tu tío Félix, servía con crema de leche y rajitas de almendra, al final un vino semi seco y estaban listos para una aventurilla nocturna, Empezaba la juerga en el restaurante Libertad, con las siguientes acciones:
Primero pedías cinco cajas de cervezas destapadas y ordenabas al mozo regar todo el patio del Restaurante para evitar el polvo de verano ardiente.
Segundo , solicitabas  cinco cajas de cervezas y vasos para cada uno de tu grupo y atención por féminas guapas con buenos modales.  Luego se  dirigían a la  Casa de Cita que quedaba al otro lado del río Huarmey. Ingresaban a un ambiente  a media luz con música estridente. Alquilaron una habitación para la noche, para mantener relaciones sexuales. Dentro de un rato te encontrabas sentado  con una hembra al costado bebíendo. Maruja “La lunareja” sacando su calzón rojo, puso de gorro tus primos, gozaron de la broma y destapando cerveza la convirtieron en duchas y ustedes empapados bailaban el chachachá y al querer hacer unos pasos con los pies en alto resbalaste y caíste al piso arrastrando a tu paso a la hembra. Se produjo un alboroto, sentiste que tus primos y sus parejas te hicieron el carga montón y cuando se levantaron todos estaban embarrados como chanchos. ¿Bañarse a esa hora?  Que baño ni siete cuartos, se quedaron en paños menores y te re mojaron el cuerpo con cerveza,  se carcajearon hasta verter lágrimas, bailaron y bebieron hasta el hastío y casi inconscientes se fueron a la cama a disfrutar la jugosa manzana del placer  y cuándo los pajarillos fracturaban los cristales del silencio mañanero, tú y tus primos como arreando pollos, empezaron a recorrer la avenida principal.
Un borrachito se detuvo y te dijo burlón: ¡ Serrano de mierda, camina derecho y alejándose con el escroto en las manos repitió: - Ven cholo, chúpame los cojones. Se armó una bronca de los demonios y cuando lo tenías pisado del cuello al burlón y tus primos chaira en mano lo tenían arrinconado a tres de sus secuaces, la sirena del patrullero anunció la presencia de la policía. Pies para que te quiero, diciendo, corrieron por una callecita estrecha por cuyo centro Pasaba una acequia corrieron como condenados y cuando volteas  ves que eran varios los que les seguían, pero estaban contemplada mente borrachos y con muchos cortes en la cara, en la barriga y en los brazos.
El día domingo, te despertaste con una sed que carcomía tu vientre, un litro de gaseosa te quedó chico. Jeremías que salió a comprar pescado para un buen sevillano no retorno y cuando estabas preocupado, llegó tu prima noticiando que había sido reconocido y conducido a la comisaría, donde cantó tu nombre y la de tu primo. Enterado del incidente tomaste un carro para Huaraz, sabe Dios cuando retornarías.
 Había pasado 10 años, tú ya tenías esposa e hijos, eras un profesional brillante y tu carrera política era ascendente, hasta que el sismo de los años 70 arrasó Huaraz y el Callejón de Huaylas, truncando la felicidad de muchos. Tu familia quedó en la mera calle y varios días pasaste tratando de rescatar algunas cositas que habían sido enterradas entre los escombros.
La ayuda no llegaba y la peste amenazaba con diezmar a la población sobreviviente . Te designaron Jefe de Estadística y Censo de Población   de la Jefatura Departamental de Educación de Ancash y trabajaste duro, frente a cincuenta profesores  brigadistas. Concluido el trabajo presentaste el informe correspondiente y te alistaste para viajar a seguir tus estudios de Derecho en la Universidad San Martín de Lima.
 Acudieron a tu carpa varios vecinos de la directiva del Comité de Damnificados del Sector Aluvión de Huaraz, solicitando tu participación en el mitin que habían planificado para contrarrestar el robo de donaciones que no llegaba a los damnificados; se sabía que camionadas y camionadas de vestidos y víveres retornaban de Huaraz rumbo a Lima y paraban en los depósitos del distrito de  San Martín de porras y comas.
 Encabezaste la manifestación que fue disuelto por soldados del ejército que dispararon perdigones como cancha y te  tomaron peso y pese a la intervención del Colegio de Abogados, asociaciones barriales y sectores te pusieron grillos y fuiste trasladado en un Búfalo a Lima.
 Después de 45 minutos de vuelo, aterrizaron en el aeropuerto Jorge Chávez, dónde te esperaban policías armados hasta los dientes, en cuatro carros patrulleros, y te condujeron a la carceleta del Palacio de Justicia donde estuviste incomunicado, durante 15 días, a penas bajaste del avión, los reporteros gráficos de los diarios de la capital tomaron fotografías que fueron publicados al día siguiente en los diarios importantes de la capital.
Apareciste en la primera página de El Comercio con botas de alpinistam pantalón blue Jean, camisa a cuadro, casaca de cuero, barbas espesas y una boina azul de piontor, que siempre acostumbrabas usar . El titular decía: Capturan al Incendiario
 después de Feroz persecución, en Expresión, con la misma foto decía: Incendiario en manos del ejército.
Cuando sonaban las bocinas del sexto, la noche empezaba a envolver con su manto tenebroso, todos los días habías escuchado las llamadas:Serrano Joaquín Pablo con libertad; la celda se alborotaban. Quispe asencios Roberto con libertad otra celda se abría. Así los nombres desfilaban y los hombres salían en libertad y muchos internos estarían regresando pronto. Esta sociedad corrupta no perdona a hombres que caen en manos de la justicia por defender sus derechos o haber cometido un error por hambre o ignorancia. Ese domingo estuviste distraído en tus pensamientos     Te han llamado, estás libre, te dijeron. Esperaste la ratificación. Saltaste de alegría. Al escuchar tu nombre tus lágrimas brotaron y saliste tal como habías ingresado, tus pertenencias los dejaste a los reclusos que no tenían visitas ni familiares afuera. Dónde pensabas estar libre, era una inmensa celda del movimiento, la luminosidad de los carteles, las bombillas de las avenidas, los semáforos de tránsito, la música. Los canillitas y los medios de comunicación masiva poco a poco empezaron a familiarizarte con los elementos de la ciudad y orientarte para poder llegar a tu destino. Te paraste en la mitad del puente del ejército, apoyado en la baranda de fierro macizo.
Después de haber dialogado detenidamente y cuando ella te pidió Perdón la rechazaste con furia y luego de sellar su cara rosada,  empapada de Lágrimas, con una bofetada, la dijiste: Las aguas de tu alma están turbias como las aguas del Rimac, que se deslizan por debajo nuestro. Ya no tienes conciencia. Este es el lugar adecuado para ti.
 Levantó, del suelo, un trozo de ladrillo y con furia salvaje lanzó hacia tu cabeza y tú como cuando esquivabas los puñetazos de tus contrincantes, de turno, hallá en la escuelita de Cochapetí, instintivamente te agachaste y te agarraste de la baranda del puente.
Cuando levantaste la mirada, no estaba ella. La gente como hormigas,  bajo un inmenso cielo gris, decorado con polvo azul y fino que se levantaba del pavimento impulsado por el rodar de las llantas, cruzaban hacia uno y otro lado y el ruido ensordecedor de los vehículos ahogaron el grito lastimero que se esparcía desde la plataforma hacia las rugientes aguas del Río Rímac.
Aceleraste los pasos sincronizados de tu profunda tristeza hasta el jirón Ancash. Allí, en la esquina de Ancash y Abancay, pensando en tu dulce esposa e hijos tiernos, paraste un taxi, subiste y te fuiste.

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MALDITO PERRO

 Las mujeres te decían orqosh porque no te gustaba jugar a las muñecas, el yaz, la cocina, pero sí al trompo. Cuando cumpliste 15 años, tus padres te hicieron una gran fiesta con la orquesta “Don Salomón y sus Buitres” y un banquete con potajes variados donde no faltó la entrada de jamón con molletes y el Jaka picante aderezado con achiote y ají de panca. Parecías la Cenicienta, personaje del libro de cuentos ilustrados, de la biblioteca de la escuela. Estabas con un vestido de seda y tu cintura parecía de avispa, llevabas puesto unos aretes de oro que hacían juego con tu gargantilla de perlas; bailabas más con las mujeres agraciadas de tu edad y yo, que había empezado a quererte, sentía celos y rabia; peor fue cuando te pedí que bailaras conmigo, me rechazaste. No seas pesado no quiero bailar contigo dijiste. Entonces, de pura rabia me puse a beber en el corredor que desembocaba en el patio principal, donde había un jardincito poblado de bellas flores, con Juan Rodríguez y  el Lunarejo Samuel. Casi al final de la fiesta, dije a mis amigos: Ella bailará sólo conmigo y con nadie más. Traté de levantarme y con todo el peso de mi cuerpo caí al suelo. Las cosas y objetos daban vueltas y vueltas como rueda de molino alrededor mío. Vomité lo que había comido, hasta las pepas de unas aceitunas decoraban los Trozos de fideos amarillos acumulados en el lavadero. Desde ese día, avergonzado no más andaba, no quería mirarte de frente y tú me decías:- ¡Qué te pasa Che!
 Discúlpame me porté mal en tu fiesta. Qué tonto eres, la  borrachera es borrachera, me dijiste con voz varonil. Desde ese día , toda vez que te veía en el aula, escribiendo en tu cuaderno, mi corazón saltaba como los sapitos de los posos de Choquiac, cerca al fundo de don Macario, también suspiraba y me agarraba las entrepiernas como queriendo ablandar mis emociones¸ deseaba arrastrarte por el barranco de Acshu, con esas intenciones, por las mañanas y las tardes te esperaba a la salida de la escuela, con ganas de conversar y tú como si nada te divertidas con un grupo de chicas,  les tocabas las nalgas y los senos y ellas halagadas te decían: ¡ Oye, qué clase de chica eres, tosca!
Una tarde nublada nos cruzamos en el trayecto a Pachá, ibas apresurada y estabas muy rara, ni caso me hiciste. Me desvíe del camino en busca de mi jumento cargador de papas y llegué al zanjón de Paccha, cerca del manantial, ahí estaba Camucha, muy agitada y tirada bajo las sombras de unas llulmlas, sobre un champal.  Estaba frotando las  partes erógenas de su cuerpo con el dedo índice y medio de la mano derecha.
Agazapado, como un gato montés, la contemple por unos instantes y como la maldita jadeaba me acerqué tratando de no hacer ruido y sin decir nada me abalancé y en unos segundos empecé a acariciarla y apretar y apretar y a mí pecho. Apúrate baboso. ¿Qué esperas? Diciendo se acomodó y me agarró de los cabellos, en esos instantes nadaba en las aguas bravías de la playa de Tortugas y ante la presencia de una inmensa hola, abatido por el terror de ser aplastado, braseaba y braseaba con todo mis fuerzas hacia las orillas, cayendo exhausto y sin fuerzas, con la mirada clavada en el infinito, tratando de llenar mis pulmones con una exhalación profunda de satisfacción infinita. Desde ese día, me volví un cazador, Me paraba en las esquinas, en las curvas de los caminos y en lugares estratégicos esperando la oportunidad de tumbar a las que andaban recibiendo caramelos de las manos del profesor Óscar. Ese ese sí era un pendejo, se ganaba la confianza de las chiquillas de once años y cuando tenía quince, sin más ni más las arrastraba al maizal o alfalfar y las trataba con mucha delicadeza el muy zapallo, previamente empapaba con el jugo lechoso del Huanarpo los caramelos y las galletas, con eso las chicas se desesperaban y pedían a gritos caricias y más caricias. Caramba, qué tonto soy, diciendo, una tarde después de salir de la escuela me dirigí a Cruz Pampa y en La Curva del camino, sentado en la salida de una cueva, te esperaba pensando que irías a recoger tus cerdos, en eso Genara se presentó arreando sus ovejas, parecía una imagen del templo con flores de Rima rima prendidas en la trenza. Salté de mi escondite y agarré sus hombros, tratando de asustarla . Dejame oye, ¿Qué te pasa Ja? diciendo se corrió y se sentó debajo del camino, en medio de los chamizales. Las ovejas se pusieron a pastar en los pajonales, cuyas flores diminutas parecían alfombras de rocío vesperal.
Haber, qué resulta, diciendo me acerqué  y la abordé.  Genarita te has asustado? No fastidies me respondió. Me senté a su lado, agarre sus muslos duritos y suaves como el plumaje del búho que cogí una noche, cuando salí en busca de mi burro Shillpi. Déjame, voy a avisar a mis taitas, diciendo se acurruco al tallo de los chamizales. Parecía perdiz asustada. Empezaba a oscurecer, los pajarillos se acomodaban en las ramas y piando, piando se despedían del día. Seguí cosquillándola y ella me daba de puñetazos y también me cosquillaba, Entonces, al ver que me
correspondía, la agarre firme como el zorro al corderito y la dulce niña, despacito, empezó a gemir. ¡Ay, diosito lindo, oh que lindo!
Empezó a disminuir el incendio de las estrellas lejanas cuando entramos al pueblo jugando y jugando como hermanitos. Las ovejitas ligeritas se metieron a su corral y ella lanzándome una guirnalda de sonrisas me dijo: ¡Qoyakama!,!hasta mañana!
Había terminado su primaria y como sus padres eran pobres, se dedicó a la crianza de ganados y vendiendo algunas ovejitas pensaba estudiar su secundaria,
 En cambio tú me hacías sufrir, no eras como la Genara, ni la Cirila. Esta última iba a mi casa cada fin de semana, a sus padres les decía voy a estudiar lenguaje con Inés. La muy sabida se encerraba conmigo y a veces con mi primo el Lunarejo que era un salvaje.
 Pero tú eras otra cosa, hasta los 15 años jugabas con nosotros, es cuando me enamoré de ti, A partir de tu fiesta de cumpleaños empecé a dudar de tu feminidad, ¿hermafrodita será? me preguntaba, porque a las chicas las abrazabas y jugabas con ellas. Queriendo salir de las dudas, una noche fuimos donde tus padres, llevando una botellita de anisado y otros regalitos a pedir la mano. ¡Dios santo, no puede ser! dijo muy alarmada tu madre, en cambio tu papá, muy Sereno, nos habló.
Quiero que sepan la verdad. Margarita no es Margarita. El es varón y muy varón.
Recuerdo. Cuando estudiábamos, al principio compartías amistad con los varones y rechazabas a las mujeres y después tu inclinación fue hacia las mujeres. Descaradamente las cortejabas y tu preferida era Rosalía, una chiquilla con caderas de ternera, hombros anchos y senos como de mujer recién parida. Era la más alta del pueblo y su carita morena hacía juego con sus ojitos azules, medio achinaditos, se querían muchísimo y a dónde ibas te seguía. Un día llorando me dijo: Jorgito me has desengañado, hemos estado a solas en mi cuarto y sólo besos y abrazos en la cara y tu papá nos reveló algo que tú no sabes.
 Mientras él tejía bayetas, tu mamá encandilaba los hilos para la frazada y tú pataleabas sobre unas caronas y silla jergas coloridas como el arco iris, en eso un perro ladrón se acercó despacito y ¡Suacáta! te arrancó el pene erecto con el que estabas jugando y salió como un rayo… Desde ese momento tus padres han ido recogiendo dinero, poco a poco, para tu operación… ¡Maldito perro!


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NUNATUKI SHE

Esa mañana estabas elegante, vestias uniforme deportivo blanco con camisa cuello redondo chino, mangas cortas y amplias, , acompañado de varios breteles horizontales a lo largo del pecho y cinturón marrón cuyas puntas colgaban hacia la cadera derecha. Hacías ejercicios de calentamiento, levantabas las piernas extendidas alternadamente, sincronizando los golpes de puño que al chocar con el airecillo del patio producían un silbido qué Orquestaba con las voces que lanzabas.
 Nuestra tía Mariana, hermana de papá, madre de Guagua co, durante el desayuno nos atendió como nunca; cortaba panes y preparada sándwich de jamón y queso, decía: - Niños, sírvanse a su gusto, por favor no tengan recelo porque están con su tía que les quiere mucho.
 Después del desayuno frugal. en la sala y en los dormitorios todo era un revuelo. salían y entraban con lavatorios y toallas. Los espejos estaban muy ocupados, nuestra madre mujer pequeña y muy delgada, que descanse en paz y de Dios goce, parecía haber salido de una secadora. Se pintaba los labios delgaditos y las cejas escasas. Tu tía Marisol, mujeraza blanca, alta, esbelta de frente amplia y de ojos vivaces, vestida con un terno estilo sastre de color rojo, al caminar por la Vereda hacía un ruido ensordecedor con sus calzados de taco aguja.
 La chola Rufina con trenzas gruesas y cerquillos sobre la frente que disimulaba su nariz prominente. cocinera de la casa. también salió de su dormitorio bien cambiadita. llevaba puesta una blusa escotada de color rosado adornadas con grecas violetas al contorno del cuello y los puños, su minifalda ajustada de color marrón café hacía juego con sus calzados de Taco alto. Al verla coquetear con nuestro padre, te incendias de rabia; te gustaba mucho y como eras el mayor, parabas siempre con ella, en todas partes. Te desabotonaba la bragueta del pantalón y cuando terminavas de orinar te sacudía el pene con bastante suavidad y repetidas veces, presionando hacia adelante y hacia atrás.
 Minutos, después del desayuno, conversaste con nuestros primitos. Yuli hablaba correctamente el castellano y contaba anécdotas; en cambio, Guaguaco que era serio y nada de lo que decía entendíamos. Nuestra mamá, papá y la tía Mariana eran nuestros traductores.
Esa mañana había llegado de Cochapetí, pueblito enclavado en las alturas del Cerro Ishque Cruz  a 4500 metros sobre el nivel del mar y lejos del litoral Marino, cómo era diciembre, después de la clausura del año académico determinaron pasar las vacaciones en la ciudad de Casma, ciudad eterno sol, donde residíamos. La gente tranquila y amiga se dedicaba al cultivo de Valles fecundos y a la pesca del mar generoso.
 Ahora sí llegó el momento, voy a darle una lección a Guaguaco, me dijiste, y seguro que me resultará muy gracioso, repetiste muy ansioso.
Recordabas las lecciones de tu profesor de Kung Fu, el  cinturón negro y de la golpiza que le habías dado al negrito boquellanta, al cholo Irineo cacha y al costeñito Pezuña. compañeros de tu promoción. Ya tenías tres años practicando Kun fu y nuestro primito, un año de edad menos que tú, nada de esas cosas sabía, pero el cholito era reció, claro cómo no iba a ser, pues había crecido salvaje, entre animales, al cuidado de nuestros bisabuelos en su fundó de ullku Tana. Después que el miserable de su padre que hoy anda por las calles de Trujillo, aventando piedras, les abandonó por otra mujer.
 El odio hervía en tu sangre y tu pulsación estaba acelerada, recordabas con rencor aquel incidente cuando estuvimos en Cochapetí, tierra de nuestros abuelitos paternos, durante las vacaciones de medio año, jugando fulbito te peleaste con nuestro primito Guaguaco, porque té pateo accidentalmente en la canilla´. Tú con tus criadas quisiste humillarlo ante los demás jugadores; pero él te sorprendió con un cabezazo que te hizo escupir sangre, dejándote sonámbulo y te sacó la promesa de que algún día te desquitarías; que si no intervienen los demás chiquillos te hubiera dado una golpiza de padre y señor mío.
 A la edad de seis años presentaba una musculatura fuerte y su mirada era asesina y profunda. Desde niño se había alimentado de leche materna y de vaca, tenía  buen apetito y comía de todo, por eso cuando hablaba su voz parecía mugido de toro arador.
Pero de ese incidente había pasado ya cuatro años, por eso esa mañana no lo pensaste dos veces. Te pusiste el uniforme de kunfu, mientras nuestros padres se alistaban para salir a la calle, en compañía de tu tía Mariana.
Miguelito te quedas con guaguaco, tu primito  y tus hermanitos, No vayan  hacer travesuras y mientras Rufina retorna del mercado a portarse bien, dijo nuestra mamá y agregó, a portarse bien, porque si no, ya saben del merecido que recibirán de mis propias manos. Mamá nos miró con ojos asesinos, se agachó y salió. Papá tocaba, insistentemente, el claxon de su carro conocido como el Avispón Verde.
Nuestra mamá era una jodida, como solía decir, cuando teníamos visita nos poníamos engreídos, entonces disimuladamente, como acariciarnos, nos daba un pellizco que dolía hasta el tuétano y nos sentaba en la mesa con abundante comida que teníamos que terminar. Una vez, a raíz de un pellizco, me oriné en mis pantalones, tenía cuatro añitos y sin decir nada, al final de la comida, salí al patio y me puse a llorar detrás de un guarango. Recuerdas?...Te acercaste y también te pusiste a llorar, silenciosamente. Nos sentamos, esperando que llegara papá de su universidad, dónde estaba estudiando Derecho. Tenía  30 años de edad y quería demostrarnos que para el estudio no  existe  edad. Hay que contarle a papá del castigo que hemos recibido de mamá. No hermano, te dije. Papá es bueno, nos quiere a todos, pero cuando se amarga se descontrola, hay que evitar que mate a mamá.
Esperabas que saliera nuestra mamá, de la casa, para desquitarte del ultraje de tus hermanitos menores. Me decías, a ti no te pego, hermano Manuel, porque eres obediente y me comprendes.
Cuando se fueron de compras nuestros padres con la tía Mariana, como habías hecho bastante ejercicio estabas cansado y te pusiste a jugar la ronda con nosotros motivada por Yuli que tenía un año más que tú y además ella venía de Huaraz, capital de la Región Chavín, sus modales eran muy buenos y se sentía responsable de sus actos y de lo que hacíamos nosotros; cantaba, recitaba y nos enseñaba muchos juegos.
 Al fin llegó la muchacha Rufina, sudorosa y agitada puso la canasta en el piso y se dirigió al caño, tomó una toalla y se agachó para mojarse la frente. Tú y Guaguaco, muy pendejitos, se agacharon y pegando la cara en el piso recorríeron las piernas contorneadas y blancas de la chola hasta la altura de la cintura.
Mientras nosotros, tus hermanos y primitos comíamos los plátanos y manzanas que la muchacha nos entregó. Te dirigiste al baño y cuando regresaste el Guaguaco te recriminó. viejonazo y no sabes hacer tu pipí solo; también Yuli le dijo a Rufina, Cómo vas a llevar al baño a sacarle el pipí a tremendo muchacho, Uy qué vergüenza, mi guaguaco desde sus dos años hace sus necesidades sólo. Yo, por ejemplo me ducho y me cambió la ropa solita hasta lavó y planchó mis vestidos.
El no sabe pelear, le contestaste. Si sabe, dijo Yuli.
Guaguaco se mantenía silencioso, nada le importaba lo sucedido ni el dialogo que sostenían con su hermana, nuestra primita mayor.
 Al fondo, en el champal del huerto jugaba con un carrito de plástico.
Empezaste, nuevamente, hacer tus piruetas que le causó risa. Le increpaste y le llamaste cobarde, el se paró y empezó a morderse los labios y de rato en rato rechinaba los dientes.
 Voy avisar a tu mamá, te dijo Yuli, y si pelean les va a echar látigo.Sin hacer caso las advertencias, empezaste dar vueltas alrededor de guaguaco y le arrojaste tierra a los ojos, con tus pies . Lo único que hacía era limpiarse la cara o el pecho.
Nunatuki she …Te dijo, luego se sentó cerca de su hermanita, aquí, en una silla de totora tejida en Huaraz y comprado por nuestro padre en la parada de Casma. Claro tú conocías las artes marciales, incluso estabas en la selección de menores para asistir a una competencia regional, gritabas, pateabas, cambiabas los golpes de puños y acariciabas con la punta de los dedos de los pies el hombro de Guaguaco., con los brazos en guardia Mirando a uno y otro lado como quien busca apoyo los niños de la vecindad que se encontraban en nuestro patio animaron y cada uno de ustedes quieran los gallos de pelea.
Nuestro vecino Yuca que hoy es transportista interprovincial trazo una línea en el piso con sus dedos y dijo el que pisa la raya es mi gallo pisaste primero también guagua piso pero con más ira. El mismo Yuca se convirtió en el árbitro y ubicándoles espalda espalda dijo: Dence un codazo, volteen y a pelear. ¡Yaaa
Tus golpes eran certeros y con agilidad de un gato esquiva vas Los puñetazos de guagua por su lado bufaba como un toro el sudor chorreaba por su frente la ira crecía y golpeaba los corazones como gigantescas olas al estrellarse en los acantilados de las orillas del mar salieron a la calle polvorienta del barrio y los niños hicimos un círculo alrededor de ustedes parecían gladiadores de circo romano.
Empachado de tanta fintas Cansado ya de tener que pegar y esquivar golpes de tanto tener los nervios en punta muchas veces quisiste mandarlo al infierno con un golpe grulla pero guagua desgranando ánimos de su propio orgullo esquivaba y pensaba como tumbarte en cochapeti ningún chicuelo de su edad le había pegado sería por respeto a su madre que era directora del colegio o por sus carácter férreo no hay duda era muy fuerte y serena de sorpresa saltaste como un gato sobre un pericote y con agilidad de Rayo golpeaste con una patada al mentón de nuestro primo Tu contrincante ocasional y soltaste un alarido de triunfo.Han pasado los años y todos somos profesionales Guaguco, mejor dicho, Miguel Ángel es Coronel del Ejército Peruano y hoy se encuentra en París como agregado militar y t{u, hermano, te olvidaste de tus golpes de Kung Fu y eres un polémico Congresista. Como deseó y te inculcó, nuestro padre.
¡Qué mala suerte la tuya! Guguaco al intentar esquivar tu golpe resbaló al pisar un palo de escoba del grosor de una manguera, logrando evadir tu patada mortal.
Cuando te recuperaste en la emergencia del hospital, nos dijiste que seguías escuchando el grito, el mismo que hasta ahora sigue zumbando en tus oídos…Nunatuki She.
El golpe que te propinó Guaguaco, con el palo de escoba fue contundente y demoledor que te saco del ring por vida…¡ ja ja ja¡

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