EL VENERO Y OTROS CUENTOS
PRESENTACIÓN
Recoger, rescatar, valorar y difundir
las creaciones literarias de escritores del Perú profundo, es una experiencia
ética que cumplimos al publicar el presente libro de Domingo de Guzmán Huamán
Sánchez, profesor de amplia trayectoria en el quehacer educativo, poeta,
escritor, promotor cultural, autor y compositor de música andina e investigador
del folclor nacional, en Veneno y otros Cuentos nos muestra una serie de
vivencias, traumas e inquietudes del niño de la primera y segunda infancia y de
adolescentes de las Vertientes del Pacífico, desde tumbes hasta Tacna. Cada
cuento presenta al personaje reinante de nuestra época, donde campea el engaño,
enriquecimiento ilícito, la desnutrición, la morbilidad, la mortandad, la
promiscuidad y la ignorancia.
Los ambientes son descritos con la
genialidad de un plástico, cuyas pinceladas cromáticas son realistas; en cambio
el pensamiento, sentimiento, ideales y ambiciones de los personajes, son
extraídos con pinzas de experiencias vividas:
1.- Maldito perro, es la radiografía
de la frustración de Danilo, quién se entera que Marrita, su enamorada, no es
mujer.
2.-
El veneno: la muerte de la señora Sofía moviliza a todos sus familiares
que viven en ciudades lejanas. En el velorio se comenta que la muerte repentina
había sido causada por envenenamiento. Después del entierro, la versión fue olvidada.
3 - Al fin has caído, es la aventura
de un grupo de estudiantes de primaria, que se dedican a robar gallinas; y
cuando todo salía a la perfección. El error de coger un gallo en vez de una gallina,
originó un escándalo y la captura de los facinerosos.
- Vete al infierno: Un trabajador de
la Jefatura Regional de Educación de Ancash, dedicado a la venta de plazas
docentes, es ajusticiado por los profesores. Trasladando el cadáver a la morgue
del Hospital Regional de Huaraz, uno de los profesores le increpa y lo manda al
infierno mismo.
- Fulgencio es la historia de un
traumado que mata a su ex compañero de educación primaria, causante de su
invalidez.
-La prisión, es la placa sentimental
de un niño y las peripecias que sufre siendo joven en la prisión del sexto de
Lima, centro de reclusión, donde la mafia hace estragos con los reclusos.
- Nunatuki She, es la confrontación de
dos primos hermanos que tienen caracteres y comportamientos encontrados, por la
formación recibida, de acuerdo al ambiente donde crecen y se desarrollan.
Leer un relato a un niño
supone una actividad de valor intelectual, cognitivo y emocional, que los padres
y educadores debería poner en práctica cuanto antes. Además de todo, es una
magnífica forma de crear complicidad y de estrechar vínculos afectivos entre
unos y otros. Para muchos niños el ritual de los padres o abuelos de leerles un
cuento es uno de los recuerdos más
entrañables de la infancia.
Los editores
INDICE
Presentación
Al fin has caído
El Veneno
El Fuego Mortal
Vete al Infierno
Fulgencio
La Prisión
Maldito Perro
Nunatuki She.
AL FIN HAS CAÍDO
Toda la tarde estuviste controlando el
movimiento, en el pueblo, sabías quienes entraban y salían.
Lo que más te inquietaba era el trajinar
de la chola Facunda, la muchacha de tus abuelitos; ella con el movimiento de
sus caderas y el bambolear de sus senos que parecían toronjas del huerto de tus
padres, en la quebrada de San Miguel, inquietaba .
Apoyado en el muro, conocido como
Rejas, que rodeaba a la iglesia colonial, construida sobre edificaciones pre incas,
tus amigos jugaban a las cartas, de vez en cuando, miraban la casa donde se
efectuaría el golpe de la noche y querían que el tiempo pasara lo más rápido
posible; te amenazaron diciéndote: ”Tiene que ser esta misma noche y sino te convertiremos
en chicharrón con mote”.
Si bien es cierto que eras un adolescente,
en varias oportunidades habías participado ya de sus reuniones que generalmente
eran los sábados, de cada semana, en la casa vieja de Doña Dominga Deledesma.
Allí es donde les sorprendió el profesor Víctor Moreno y como era chochera de
sus alumnos no les quedó otra alternativa que invitarle. Al retirarse les dijo
que si había una próxima vez no se olviden de él.
Entre dientes, decías muy optimista,
esta noche tiene que ser. Ingresaré lentamente y a tientas llegaré al lugar
donde duermen; y sin pensar dos veces la agarraré tibiecita y si es posible con
ayuda de mis amigos. Agarraré de las piernas, evitaré que grité y después la llevaremos
al lugar de costumbre. Lqa despojaremos de su plumaje y después de servir en
platos hondos compartiremos con toda la pandilla.
El sol al fin sumergió su cabellera
incandescente en las profundidades del mar lejano, tras de sí una extensa
sabana violácea de arreboles se escuchaba el susurro del viento, que se
columpiaba en los árboles de los huertos, en las esquinas de la plaza del
pueblo, junto a la casa de tu tío Eugenio, el choro de la pileta murmuraba
arpegios de canción de cuna.La población se zambullía en los brazos de la
meditación y el descanso, después de una dura y áspera labor en el campo,
agachado sobre los camellones. Era el mes de aporque de papas.
El momento era propicio, pudiste notar
la silueta de tus abuelitos al momento que ingresaban a su dormitorio, en el
segundo piso. De la casona ancestral. Parecían almas en pena con cirios en la
mano, arrastrando sus sombras elásticas y alargadas que con el contacto de los
troncos, paredes y objetos se contorsionaban grotescamente, parecían las siluetas
de bailarinas de un pintor expresionista.
En el dormitorio, de la sensual y coqueta Facunda,
había luz preñada, sin duda estaría llenando crucigramas, que tanto le gustaba.
Esa mañana había llegado el postillón con encomiendas y periódicos pasados, desde
Lima, enviados por los hijos de sus abuelos.
¡Púchica! Seguro que estaría tirada
sobre su cama, con su pijama de seda transparente, que su prima Gilda, la
Universitaria, la regaló cuando visitó la tierra durantes sus vacaciones.
- Tramposo juegas bien las cartas o te
vas a peinar piojos, decía el retaco Juancho y Serapio le trató de badulaque y casi
se fueron a los golpes, pero la intervención oportuna del lunarejo Delfín los apaciguó;
imponía orden con su estatura y cautela, el mayor de todos y el estratega para
una serie de palomilladas y aventuras adolescentes.
Los
tres, al mismo tiempo, te masacrarán si esta noche fracasa tu plan, mocoso del
diablo.
Se
retiraron mohínos a comprar pan en la tienda de Doña Vacelisa. Siempre tus
amigos te habían brindado su confianza y habías participado con ellos en muchas
aventurillas de las cuales habías salido contento; esa noche, tu noche no
deberías fallar.
Casi
te orinas esperando que Facunda, que siempre paraba sonriéndote, como diciendo:
¿Qué esperas Chuchi? … No apagaba la luz, estaría encerrada con alguien. Las
cavilaciones se esfumaron cuando la luz desapareció. Corriste apresurado y
dijiste a tus amigos que era el momento de actuar, de acuerdo al plan trazado.
Cuando
todos estarían dormidos, ingresarías a la casa, por la parte trasera del jardín.
En el andén, un Capulí se levantaba muy pegadito a la pared de tapial, había
llegado el momento esperado de tu bautizo y consagración.
Con unos Trozos de pan y carne en los bolsillos,
para neutralizar a los perros, escalaron la pared ligeros, como gatos y ¡Sua!..
ya estaban en el jardín.
Qué
suerte la de ustedes, no estaban allí los canes, temprano habían salido tras una perra que se
encontraba dispuesta, estarían recorriendo las calles y caminos, jadeantes y
hambrientos.
La
fondista roncaba con las piernas sueltas, como un puma que se ha tragado un
venado.
Ya
estabas en la puerta. ¡Chisss¡… y tus amigos, bien ubicados en los follajes de
los árboles, cumplían su papel de campanas. Aparentemente no corrían peligro, Con
los nervios en punta, empezaste a forcejear la puerta. ¡Maldición¡… Cheerrr,
sonó el gozne oxidado y casi sales corriendo como alma en pena, pensando que Facunda
se había despertado y daría la alarma a toda la vecindad.
¡Hoy
o nunca¡ diciendo, al fin lograste ingresar al ambiente oscuro, respiraste
profundamente y caminaste pensando que sería muy delicioso e inolvidable noche
de experiencia. La cogerías de la delantera tibia y de las piernas, procurando
no despertarla y así sacarla
del corral, sin despertar a los gallos y
gallinas, lograrías tu objetivo de saciar el deseo de tu pandilla.
Adentro sentiste un olor penetrante, pero eso
no te desanimó. Avanzaste pasito a paso, parecías un astronauta, recorriendo la
Luna,
la tomaste con mucha suavidad, para no despertarla. Al fin, tenías una mano
sobre el pecho y los dedos entre las piernas. La aproximaste cuidadosamente,
procurando no despertarla y tratando de que permanezca en ese estado, sintiendo
el calor tu pecho, hasta dejaste de respirar creo.
Qué
mala suerte. Te confundiste, porque habías atrapado el jergón que había salido
campeón en la última pelea de gallos, organizado con motivo de las fiestas
patrias. Se armó un escándalo. Cacareos y cantos por aquí y gritos por allá y a
puro picotazos, aletazos y garrotazos en
la cara, te mandaron al mundo de los sueños.
Cuando despertaste, muy dolorido y con la
sangre coagulada en tu cara y manos, te encontrabas amarrado en el horcón;
también tus campanas habían caído, nada pudieron hacer cuando don Facundo, cogiéndolos
de los cabellos, los había introducido al Corral, donde dormían las gallinas y
otras aves de corral.
Allá
estaba parada con su bata de seda transparente, tenía en una mano el chiuchi
que iluminaba, apenas, el ambiente y en la otra un palo de escoba ensangrentado.
Cuando aparecieron tus abuelitos, temblando
por la sorpresa y el frío, Facunda les dijo: - Al fin, han caído los wallpa suwa,
ladrones de gallina.
EL
VENENO
La
penumbra se deslizaba por las laderas de Ishke Cruz, como una serpiente perezosa,
engullendo el trino de las aves y el canto del zorzal que a esa hora decía:
warmi tsuri chichu,
jeta,
kutya, pior , pior¡…
los
pateo y los golpeo, peor, peor¡
En
el patio de una casona, un viejito chacchaba apoyado en la pared y unas
jovencitas exponiendo la anatomía de sus cuerpos delicados, a través de sus
batas, hacía limpieza de los interiores y el patio de la mansión. Mientras un
niñito, con un palo golpeaba a los perros, queriendo sacarlos a la calle y los
muy sabidos se levantaban y con la cabeza gacha, se movían de uno a otro sitio,
para volver a echarse lejos de su agresor.
En
el interior un crucifijo, de metal plateado, irradiaba el reflejo de las luces hacia
una infinidad de sitios de la capilla ardiente, resaltando las formas de un
ataúd negro con adornos metálicos. Unas abuelitas arrodilladas en el
reclinatorio, rezaban; mientras que otras sentadas en el piso, sobre sus blandas
polleras lloraban desconsoladamente.
Con
el rostro y la vestimenta cubiertos de polvareda, se ubicaron en abanico alrededor
de la cabecera del ataúd de la difunta, que a través de la ventanilla con
vidrio parecía sonreír.
Ella
está muy bella como siempre, pero su piel está amoratada, dijo alguien muy
despacito. Miguel había escuchado.
Las
personas ingresaban y saludaban dando pésames y se mantenían en completo
silencio, ni un solo comentario. Se escuchaba que todos hablaban de las
bondades de la difunta.
En
el patio, al contorno de un horcón, donde colgaban tres carneros recién
degollados, los perros se desgarraban la piel a dentelladas, hasta que don Filomeno
Sánchez, repuntero de los deudos, con un chicote largo de arriero, logró
sacarlos a la calle.
Después
de divisar, a su alrededor, buscando algún consuelo se pusieron a llorar sin
entender el motivo del castigo.
Amanecio
lloviznando. Las chuchucoras chorreaban y las calles empedradas se vestían con
un manto oscuro de color azul gris. Después del aseo, a la orden de Miguel, se
inició la marcha fúnebre. Los deudos iban a los costados del ataúd. A
continuación las mujeres y casi al final los varones, los niños también, al
costado de las mamás o en el hombro de sus padres y los más pequeños en las espalda,
sostenidos por llicllas de bayetas.
Don,
din, don, din.. Las campanas desgarraban los corazones, fracturando los
cristales de la serenidad.
La banda de músicos, San Santiago de
Cochapetí, bajo la dirección de don Satiago Zúñiga, ejecutaba una marcha
fúnebre, que hacía brotar lágrimas que punzaban los corazones.
De
rato en rato, Don Luis “Kala peka”, cantor del templo, interpretaba con el
violín y cantaba un responso cantaba el
responso desgarrante. Después de traspasar el portón del cementerio, el ataúd
se trasladó hacia un claro, rodeado de ortigas tréboles y pajonales muy crecidos;
el promontorio de tierra negra, recién extraída del suelo, orientaba hacia la
fosa, que desde ese día se tragaría el
cuerpo de Sofía Yacupoma, la abuelita buena,y cariñosa.
El cielo estaba nublado y por entre sus
entrañas abiertas por el filo de un cuchillo delgadito, los rayos del sol
ingresaban de frente hacia el piso del sepulcro. Dos mozos fornidos, animados
por la chicha con punto, un tanto nerviosos,
bajaron con agilidad felina y recibieron el ataud.
El sonido del féretro al ser depositado y las
primeras lámparas de tierra, despertaron a la fiera del dolor y sus rugidos
provocaron llantos y exclamaciones dolorosas; unos querían abalanzarse tras la
difunta y sólo la intervención de los parientes evitaron desenlaces fatales;
otros se desgarraban los vestidos y se arrancaban los cabellos y golpeándose el
pecho exclamaban:
-¡Dios mío!...¿Por qué te llevas a
ella que era tan buena?
Los niños inocentes criaturas, sin
darse cuenta de lo que sucedía, miraban a los que lloraban y también se ponía a
llorar a gritos, como si alguien estuviera golpeándoles.
La tierra cubrió a la Tierra y una
lápida de piedra se levantó sobre la tumba, reflejando la sombra de su cruz,
que poco a poco fue agigantándose. Los deudos y los acompañantes se alejaron,
dirigiéndose a la casa de la difunta, a degustar de un suculento almuerzo, con
bastante Mote de maíz y el picante de cuy.
Después de la Noche Buena de Navidad,
la ciudad de Huaraz había amanecido tranquila pero asquerosa, las barrenderas
del municipio limpiaban las plazas y las calles que estaban pobladas con
botellas de champán, fragmento de cohetones, cuetecillos y vasos descartables.
Con la bolsa de compras, en el brazo
derecho y el monedero en la mano izquierda, se había detenido al borde de la vereda
para observar la presencia de algún vehículo y segura de que no había peligro
cruzó la Avenida Luzuriaga, cuando un impacto la asumió en la inconsciencia.
Había estado varios días en el
hospital, con cuidados intensivos y cuando retorno al hogar, la alegría empezó
a renacer; hasta las flores de la incertidumbre abrieron sus corolas para
perfumar el ambiente. Transcurrieron los días y fue mejorándose y nadie
presagiaba su muerte repentina.
Pasada la temporada de lluvias, Sofía
había viajado a su fundo de Qarwanchi a verificar la marcha de las actividades
agropecuarias que estaban abandonadas, desde el fallecimiento de su esposo. Cuentan
que, recorría las cementeras y alfalfares, en floración, exhalando el perfume
embriagador de las flores silvestres; de rato en rato se sentaba bajo la sombra
de los alisales añosos, al borde de la acequia que conducía agua para llenar el
estanque de Chankor qocha y que, juntando las palmas de las manos, rezaba
arrodillada al pie de la cruz que ella misma había adornado con machitu y
weqlla y decorado con purpurinas, en el pasado Carnaval. Cantaba huaynos que
desgarraban el corazón:
Cadenas a dónde me arrastras
destino adonde me llevas;
cadena serás mi muerte,
destino serás mi tumba.
En la casa del pueblo, donde con mucho
afecto alimentaba a sus bisnietos, en las mañanas y tardes les enseñaba a
contar a conocer las partes del cuerpo, reconocer los colores, pronunciar
correctamente las palabras. Pasaba horas y horas contando los pocos días que
faltaban para retomar a Huaraz. A los parientes que la visitaban le solía decir
cantando:
Mañana mañana iré
por las cordilleras,
levantando polvaderas
de mi mala suerte.
Sus alforjas tejidas con hilos Azules
y blancos de algodón con diseños de Utuspa murum y tukupa nawin estaban
repletas de vestidos y cerca se encontraban sacos de papas y de trigo. Habían
alquilado tres burros de Don Ishaco y la mula de don Lucio Soto para
trasladarse al pueblito de Cotaparaco.
Una mañana, radiante de sol, salió al
patio sudorosa y temblando pronunció: ¡Adiós … Me voy¡ diciendo, cayó de
rodillas al pavimento. La habían cogido antes de que se golpeara en el piso y
sintieron que su alma salía apresuradamente hacia la eternidad, dejando su
cuerpo en brazos de los suyos, anegados en llanto.
Después del entierro, los acompañantes
ingresaron a la casa y tomaron asiento en el lugar más cómodo; mientras tanto el
“Loquito” Miguel, guiado por un extraño presentimiento, se dirigió al
dormitorio de mama Sofía. En la mesita de noche, ubicada al pie del cuadro del
Sagrado Corazón de Jesús, se encontraba un pocillo floreado enlozado con unas
gotitas de agua y en el piso se configuraba un frasco vacío y muy cerca se encontraba la tapa, lo levantó y
leyó. La etiqueta decía: Somnífero.
-
!Pobrecita!
… ¡Tan buena que era!...
- Sino
es por el corazón, ahorita estaría viva. ¡Maldito paro cardíaco!.. Nadie está libre.
En
los interiores y el patio, la gente saboreaba puñados de mote y los perros
gustaban los huesos de cuy y carnero, que uno y otro comensal arrojaba
indiscretamente.
FUEGO MORTAL
Todas
las tardes estabas muy inquieto en el salón de clases, del quinto grado de
primaria, esperando la aceptación de tu grupo para hacer lo que tú sabías hacer.
En
las vísperas de San Juan estabas que dabas golpes al tablero de la carpeta y
rechinabas los dientes, mientras el profesor hablaba acerca de los peligros que
acarrea la contaminación ambiental. ¡Pucha! … ¿A qué hora terminará esta clase?...Decías,
enfurecido, y ajustabas los puños cómo queriendo dar de puñetazos a Tollón que
a tu lado, muy concentrado, escuchaba la clase y tomaba notas en su cuaderno.
Estabas pues, muy maloso, tenías dos cajas de
fósforo y una cajetilla de cigarrillos Nacional que habías comprado de la
tienda de Don Alberto, con el precio de los huevos de tu gallina Chucupina.
Apenas
el tilín tilín tilín, de la campanilla sonó,
en el arco oriental del campo deportivo, se reunieron los integrantes de
tu pandilla. Allí estaba Chayanne, Yo yo, Guagua, Cuca Supi, Recuash y el sobón de Tolón.
Se sentaron al borde de la piscina llena de
polvo y achupallas, recordando que, durante los meses de abril y mayo, habían
nadado todos los días al medio día. Pero ahora por el calor habían secado los
manantiales surtidores de agua. Lejos del lugar, las humaredas se levantaban,
sin duda, los pastores estaban quemando los arbustos de los precipicios, ellos
sabían que no se debían quemar los ichos y los pajonales de las Pampas, porque
las vaquitas que dan la leche fresca, los caballos que nos ayudan con las
cargas o las ovejitas que nos dan su lana y carne se quedarían sin alimento.
Mañana
es San Juan y esta noche debemos salir a quemar los cerros, dijiste. Todos estaban
de acuerdo contigo a excepción del Tolón que nos recordaba que deberíamos
seguir los consejos de nuestro profesor. La desobediencia trae malas
consecuencias,, sentenció.
Tú ya tenías 18 años, eras el mayor de todos y
habías recorrido los pueblos de la costa, desde los 11 años. Nos enseñabas muchas cosas; tú eras mejor que el profesor
porque nos enseñabas muchas cosas, que nuestros padres desconocían o n o
querían decir.
Después
de aislar al soplón Tolón de la pandilla se pusieron de acuerdo. Pushanya
llevaría un litro de alcohol, mezclado con agua gaseosa, para matar el frío; Cuca
Supi se encargaría de la Coca Cola y los cigarros; Recuash se había
comprometido llevar tres portolas con panes y tú convencerías a la empleada
encargada de limpiar el salón de clases para compañía y todo sería posible con
la ayuda de tu prima Josefina que era muy pataza tuya y de las chicas; era muy
despierta, porque había recorrido varios lugares de la costa y trabajado de
cocinera, ama de llaves y cantinera en los bares de Huarmey.
A
las 8 de la noche. se reunieron en la puerta de la iglesia y partieron rumbo a
Cruz Pampa ,donde empezaron a quemar ichus y pajonales que crecían en los barrancos
y despeñaderos. Actuaban con mucha precaución porque temían que el fuego se
propagara hacia las Pampas de pastizales y los trigales.
A
medianoche, formaste un círculo humano y se sirvieron las portolas que las
abrieron con piedras filudas, porque ninguno tenía abre latas. ¡Qué rico sándwich
de portola! Para cortar el frío tomaron una mezcla de alcohol y gaseosa. ¡Salud
hermano, salud!
Cada
uno con su pareja disfrutaban del hermoso paisaje, iluminado por las fogatas, alimentadas
por qanshas y ramas resecas. Recuash con su pareja disfrutaba del hermoso
paisaje iluminado por las fogatas, alimentadas por gramas y ramas resecas;
Sin
decir nada, la jalaste hacia la pirca, la abrazaste y ¡Jua! Ahí mismito la
besaste en sus labios qué olían a pétalos de flor silvestre. She, como no más
te mordía las orejas, sin hacerte doler; estaban hundidos en el fango de la
sexualidad, cuando la voz de Nelita, prima de Rufina, les interrumpió. La
maldita estaba parada junto a ustedes.
La faena empezó de nuevo, quedaban lugares por
quemar en los cerros. Colérico y animado
cómo estabas, ingresabas a una choza abandonada y lo prendías fuego, como loco corrías
de un lado a otro, seguido por Rufina. De rato en rato se sentaban y al hacerlo,
ella te acariciaba el cabello pero tú te mostrabas indiferente, deseabas
incendiar todas las cosas combustibles.
Las
milenarias chullpas y el Atocpa Templum, Templo del zorro de la cultura Wari se
desmoronaron y sus piedras labradas al caer sé despostillaban porque estaban
calcinadas. De igual manera las andenerías incas fueron derrumbándose al perder
el soporte de las raíces de las plantas incendiadas.
Un
alarido brotó del corazón de la Tierra, sin duda era el grito de los mukis, que
durante milenios habían permanecido con sueño
profundo, envueltos por el manto del respeto a la tradición.
Como gozabas
shé como gozaban tus compañeros de pandilla tus compañeros de Pandilla, al ver
convertido en llamas los restos arqueológicos pre incas e incas, igual que las y sementeras; pero en un momento se asustaron,
cuando una momia liberada de su fardo funerario, por las fuerzas destructoras
del fuego, abrió los brazos como impulsado por una fuerza misteriosa, se elevó
cual cohete, en las vísperas del Patrón Shanticho y desde las alturas se vino
abajo, convirtiéndose en trizas de huesos calcinados e incandescentes y na
astilla atravesó el corazón de Leoncio que murió al instante, dejando absorto
al grupo.
El fuego te
convirtió en un ser extraño y Rufina a tu lado parecía una fiera en celo.
Caminaron y llegaron a una pampa; las reses estaban alborotadas, la gente estaba asustada y ustedes se alejaron
del grupo. Ustedes se alejaron del grupo hacia la hondonada llena de vegetación
exuberante que no les permitió la visibilidad tanteando y abriendo los ojos para
distinguir algo entre las sombras.
Tropezaron con
una laja que cubría la entrada de una cueva, la retiraste e ingresaron a su
interior. Estaba oscuro, sintieron un poco de miedo. !Qué caray! Diciendo. Continuaste
con la caminata, besando de rato en rato el crucifijo de plata que tenías
colgada del cuello.
Todo ardía
bajo el cielo sin estrellas, el ambiente se pobló de reses alocadas que se
daban vueltas al sentirse rodeadas por llamaradas infernales, los berridos de
borregos aprisionados por las llamas. En medio de las pampas el graznido de los
búhos
que tienen plumas alzadas que parecen orejas, acostumbrados
a volar durante
la noche, se chocaban con los árboles y
peñas, enceguecidos por el fuego.
Tus compañeros
rodando por los barrancos, pinchándose con la espinas llegaron al fondo, por
donde corría el río manso y silencioso. Los familiares y las autoridades del
pueblo les buscaron, durante siete días, notificados por Tolón del plan que
trazaste tú y Rufina . Un grupo de tu pandilla estaba a salvo y negaron haber
salido contigo.
Hace dos días, trajeron tus restos chamuscados,
unidos a los de Rufina. Tus familiares lloran tu desaparición, pero el pueblo sufre
y seguirá sufriendo por el tremendo daño que has causado, junto a tu pandilla.
Ellos han participado de tu entierro, pero
están muy raros, parecen upas y caminan con las miradas perdidas en el
horizonte. Eso les pasa por desobedientes.
Tus hermanos y
algunos de la familia, todos los sábados, vendremos a visitarte para que no te
sientas muy solito y acostadito y bien abrazadito a Rufina, bajo el peso de la
tierra y de la Cruz blanca de mármol… ¿Nos estarás esperando?
VETE AL INFIERNO
Por querer congraciarme
contigo ingrese a la cantina “El Gato Negro”, dónde estabas bebiendo cerveza
con unos profesores, me extendiste la mano, y con desgano orgulloso, quizás no adivinabas lo que estaba buscando.
Bueno lo que yo deseaba por el momento era conocerte y ganarme tu confianza.
Pedí un par de cervecitas y cuando se terminaron
y como prestabas más atención a los otros, decidí retirarme porque ya te
conocía Y eso era suficiente. estaba informado que tú acostumbrabas a recibir a
tus clientes, en las noches a partir de las diez.. Cuando fui a entrevistarte,
en la puerta de tu casa había mucha gente; unos con gallinas, otros con licuadora,
equipo electrónico y algunos sin nada, sin duda tenían la billetera llena de
dólares o tarjetas de Congresistas.
Cuando logré
acercarme a la puerta de tu casa me puse muy contento, salió una
caderona gordita y movediza preguntando por el regalo; al ver que no tenía
bolsas, cerró la puerta de fierro poderoso. Me retiré a la esquina, donde
vendían emolientes en carretillas y pedí un calichito.
Francamente
estaba muy decepcionado, quería llorar a lo macho, en eso te presentaste con
unos dirigentes de la comunidad de mi pueblo, reconocí al presidente, un cholo
pícaro que por ser tu amigo mereció el apoyo de FONCODES. Estaba con zapatos de
cuero, pantalón jeans, casaca de cuero igualito que tú. Se sentaron alrededor
de la carretilla donde yo estaba. El ciudadano Claudio, marido de mi prima, que
sin tener estudios superiores estaba trabajando como profesor en coris,
levantando el vaso dijo: ¡Salud!
Entonces, me puse contento y quise saltar,
quise aplaudir, ahí nomás; pero jamás te hubiera pedido servicio alguno,
delante de esos sobones, por eso me retiré. Caminando, caminando iba medio
atontado por el jirón Bolívar, pensando en el por qué se negociaban las plazas de los servidores públicos.
Cómo uno puede mantenerse
tranquilo, mientras los funcionarios coimean. ¡Por qué Dios no les castiga,
como al zorzal, para que todo lo que traga se pase inmediatamente.
Un día al enterarse que los hombres de la
tierra se habían pervertido y Dios, Imaymana viracocha, había enviado al zorzal
averiguar lo que sucedía en los Andes, Apenas llegando a la tierra se enamoró
de una sensual y bellísima mujer que tenía mucho dinero y se dedicó a la gran
vida y con su hondilla a la caza del zorzal. A su alrededor, todo era
abundancia; pero, el pueblo se moría de hambre sólo los cerdos estaban gordos
con la sobra de tanta comida, de los banquetes.
Warakayoq, enviado de imaymana wiracocha, al observar
tanta indiferencia e injusticia, se entrevistó con el líder de los hombres
perversos a quien le pidió c ambiar de actitud y vivir en paz; pero ante la
negativa cogió su macana de oro y arrazó a los desalmados y su gente arrasó la
ciudad. Después de la destrucción le dijo al zorzal: Por desobediente y haber caído
a la tentación de los malvados, No encontrarás fidelidad y ninguna mujer te
será fiel.
Por eso, ese desgraciado animal es abatido por
tanta desgracia bebé para mear y come para cagar al instante. Cuando estaba
sumida en mis pensamientos, siento que el guarda espaldas, me dice.
She, te llama Bailón…
perezosamente segui sus pasos e ingrese a la cantina donde te encontrabas me
invitaste a sentarme y un par de botellas de cerveza, con mucha amabilidad y
después de beber el vaso de licor espumante, sin preámbulos me dijiste: Tengo
una plaza disponible, para profesor de Educación primaria en el distrito de Pampa, provincia de Corongo,
si dispones de $5,000, la plaza es para tu mujer .
Ya sabía de la
tarifa impuesta en la Dirección Regional de Educación. Con mucha pena había
metido mi mano derecha al bolsillo y extraje el fajo de billetes y cuando
intenté contar, me dijo: Así no más. No desconfío de mis paisanos, diciendo
encalentaste en tu billetera. Agregó: No
vayas a pensar que todo el dinero es para mí. Así como existieron espacios para
conquistar el Tahuantinsuyo, somos tres al servicio de la educación peruana: el
director que se queda con la mitad ,el jefe de personal y yo con la diferencia.
Cuando di la noticia,
mi esposa se puso feliz y me llenó de
besos. Las primeras mañanas, para nosotros, se presentaban radiantes y abrigábamos
la esperanza de ser atendidos.
Hombrecito,
dabas lástima. Al fin, después de varios días de tortura con la quema de ombligo, te arrojaron al río Santa, donde,
días después, la Policía de Rescate te encontraron con el rostro desfigurado y
el cuerpo completamente destrozado.
He venido a compadecerte por estar tirado como
perro en el piso helado de la morgue, toda la noche, y estoy aquí para decirte:
¡Vete al infierno! Ja ja ja, al infierno a quemarte por siempre.
fULGENCIO
El, se llamaba Fulgencio, su casa quedaba
enfrente mismo de la mía. Todas las mañanas íbamos a segar alfalfa, trasladar
agua, votar las reses, soltar el estanque, ir a la escuela. Nadie se metía con
nosotros, porque teníamos fama de trampeadores y nunca nos separábamos,
compartíamos todo: triunfos y fracasos. Un día Fulgencio, la flaca Adelaida y
yo, jugando, jugando nos metimos al Barranco de Jatun Urán y desaparecimos
entre las Matas crecidas de las habas de Don Honorato. Al principio, ella se
resistió, decía que si sus padres se
enteraban la iban a matar. Ya no seas cojuda, aprovecha la oportunidad,
diciendo, la metimos al cuento. Las horas fueron felices e inolvidable. Sí. Fulgencio
las vacas, Fulgencio los burros, Fulgencio a regar, Fulgencio, todo era Fulgencio.
Nos abrazamos fuerte, muy fuerte y me dijo: ¡ Adiós, primo” Ese día , Jueves
Santo, emprendí viaje. Mis padres habían decidido que yo siga mis estudios de
secundaria, en la ciudad de Huaraz. Cuando regresé a la tierra, encontré su
casa derruida y me dijeron que él vivía en San Miguel y se dedicaba al cultivo
de árboles frutales como chirimoyas paltas, manzanas que le daba buenas rentas.
Cuanto lo extrañaba. Cuántos recuerdos. Un día, jueves, salimos de paseo por Cancha
Ucro, donde, durante todo el día, cogimos mariposas e insectos y coleccionamos
hojas, flores y piedrecillas para nuestro herbario y para el museo de aula
cogimos frutos silvestres sin madurar, los tallos y ramas, pero siguiendo las
recomendaciones del profesor, no casábamos pájaros ni tocábamos nidos. De regreso,
nosotros que habíamos encontrado unas matas de shuptaq, ranque y ullma entregamos a nuestros maestros
en una talega de tocuyo. Ellos nos
llenaron de halagos.
Fulgencio,
juró que se vengaría. Pasaron los años y todos éramos padres de familia. Me
dijeron que Fulgencio, hombre adinerado, tenía una linda esposa y varios hijos
con quienes se sentía muy dichoso y siempre viajaba, en temporada de verano, a
vacacionar en su camioneta de doble cabina. Tenía todo y era muy feliz.
Lo raro es que de tiempo en tiempo solía
desaparecer y nadie sabía dónde o con quién iba.
Una mañana,
con el alba, Yanaco había salido en compañía de su perrito Pichis, de su fundo
de queropuquio rumbo al temple a realizar el trueque de papas tiernas y queso
con camotes yucas y frutas, pero no retornó a su casa, en el tiempo anunciado
por el peón Santiago que arreaba unos
borregos para su venta en la quebrada .Descubrió en un recodo del camino de Sholli
un cuerpo completamente desnudo, colgado de un molle y le faltaban los
compañones, cerca del cadáver que
empezaba a descomponerse, Pichis,
con el hocico sanguinolento, mueve la cola y lamiéndose la boca tenía los ojos
saltones fijos en su difunto amo.
¡Misterio! … A un año del incidente ,al final
de la fiesta patronal de San Miguel, Don Jonathan cabalgando en su mula negra,
llamada viento, ,la rompe sincha había
salido rumbo a Cochapetí y apenas cruzó las turbulentas aguas del río, fueron
devorados por la oscuridad de la noche. Al otro lado se percibía el trota
jadeante de la cabalgadura y el silbido de una canción romántica.
Después de
algunos meses unos pastores noticiaron que en el fondo de un abismo inaccesible
habían presenciado el revoloteo de gallinazos y de noche habían percibido el
tanteo de los zorros y el mirar de gatos monteses.Los comentarios eran muy
diversos y las sospechas se ahogaban en la incertidumbre y el dolor de los deudos.
A los pocos
días, Don Maximiliano fue encontrado ahogado en un estanque, que quedaba frente a su casa deshabitada de Llamahuashan.
En su salita, sobre la mesa de Centro había encontrado una media botella de
Whisky caballo blanco y dos vasos con residuos de licor.
Fulgencio fue
tomado preso y encarcelado en la prisión de Huaraz y después de cinco años fue
declarado inocente y salió en libertad. Esos días, Clemente el Peón de Maximiliano fue encontrado
muerto, en los parajes de Huataspín, tenía el cuerpo aplastado como si fuera Cuy
chactado; se dijo que había sido alcanzado por una galga, provocada por unos
cerdos que obsequiaban en la parte alta del parque.
A medio año,
se produjeron dos desgracias más. Claudio arriero de profesión, a su retorno de
Ticapampa con treinta burros, con cargas
de licores, abarrotes y otras mercaderías, fue encontrado muerto en las punas
de mesa Pampa, al engancharse su pie en el estribo había sido arrastrado por la
mula, más de trescientos metros y por haber noticiado este incidente, Don
Macario paró en la cárcel de Alija, por homicidio culposo.
Por temor a
ser denunciado y encarcelado, cuando encontraron a Don Serafín asfixiado junto
a su mujer, en su choza de campo nadie
dijo esta boca es mía. Ahora dirán…¿Cómo se del detalle de las muertes?...!
Caramba! Todo tiene su explicación. Hace un año, en un baile de disfraces de
carnaval me fascino una mujer, vestida de hada, y con ella baile y bebí toda la
noche, hasta el amanecer y sin darme
cuenta amanecimos en el Hospital Pacífico; mientras desayunábamos en nuestra suite,
sacó de su bolsillo un cuaderno en cuya carátula estaba escrito: Historia del
Perú, perteneciente a Fulgencio Ocrospoma y en la página central la siguiente
nota que me golpearon, como comba. Morirían uno tras otro y Yanaco será colgado,
Claudio arrastrado por su boda, Jonathan desbarrancado y comido por los buitres,
Serafín asfixiado, Clemente aplastado por una roca y Maximiliano ahogado en un
estanque, yo mismo haré que se cumpla.
Cuando la eché de menos ya no estaba había
desaparecido como una exhalación.
En el libro de registro de hospedaje aparecía
sólo mi nombre y firma.
Los días siguientes visité a mis paisanos, preguntando
si algo sabía de la viuda de Fulgencio. Nadie me dio razón; estaban igual de ignorantes que yo, hasta que
Adelaida recién llegada de Cochapetí, me interrogó: ¿Cómo, no estás enterado que
la señora Carmen murió hace 10 años junto con su esposo en su fundó de San
Miguel’ unos maleantes, contratados por los hijos de Maximiliano y Jonatán
ingresaron al dormitorio, los sacaron a puntapiés y grabaron sus declaraciones
y a vista y presencia de sus hijos y de los vecinos los degollaron y las
cabezas la pusieron como trofeo en la canastilla de una camioneta roja y
desaparecieron dejando atrás una nube de polvareda y almas piadosas
deshilvanando compasión y padre nuestro se retiraron a sus hogares.
La noticia me
dejó desconcertado y mientras bebíamos gaseosa con pasteles, Adelaida me trajo
a la memoria, el retorno de los escolares a su casa. Uno por uno, salimos de
las chacras muy satisfechos de haber comido las habas verdes dejando
desparramado entre las matas apachurradas, salíamos y partíamos rumbo a nuestras
estancias. En casa, nuestros padres ya sabían que no habíamos asistido a las clases de la escuela.
LA PRISION
Un día de
visita, todos los presos tenían que estar presentables; por eso cuando los
empleados empezaron a golpear con sus varas los barrotes de las celdas, con tu
pijama y una toalla en el cuello esperaste que abran la puerta del pabellón de
presos políticos.
-
¡Carajo,
un último en llegar a las duchas¡ Gritó el Caporal del Pabellón, un chino que estaba
preso por prácticas abortivas, gritó: ¡Un último en llegar a las duchas! Uno por uno
descendió las escaleras hasta el primer piso donde se encontraban las
instalaciones de duchas y servicios higiénicos.
Los cinco
minutos disponibles, aprovechaste al máximo y fuiste uno de los primeros en
entrar y salir de la ducha de agua fría, esperaste pacientemente hasta que tus
compañeros concluyan para subir al pabellón, antes de que suelten a los
delincuentes comunes y criminales sentenciados que chaveta en mano asaltaban a
los internos que no tenían padrinos.
A esa hora treinta
camiones, surtidores de rancherías ubicadas en las barriadas de Lima, salían
uno tras otro del patio trasero del sexto
Para el
almuerzo, a propósito los Caporales de mierda llenaban abundante alcanfor a la
comida de los reclusos Ni cojudo diciendo dejaban de comer, sabían que el
alcanfor desvitalizaba y volvia ñoco al más machito, por eso cada mañana la
ración de los reclusos salía rumbo a las chancherías para alimentar a los
cerdos.¿Cuánto dinero recibiría el director por este negociado. Imagínate nomás.
Cinco mil raciones diarias en ese restringido pabellón rodeado por seres
caricaturescos envueltos por esperanzas e ilusiones remotas.
Los recuerdos del pasado te punzan el cerebro
y un dolor profundo hizo que te doblaras sobre tus rodillas con los puños
apretados.
Empezaste
pasar revista a tu vida azarosa, llena de contraste, pasaste a los años de tu
adolescencia sabías donde pastaban. Te dirigiste apresurado, llevando unos
caramelos y chocolates, que sin esfuerzo sustrajiste de la tienda de tus padres.
Ahí estaban las dos shermanas sentada sobre una piedra, al borde del camino y
ocultas por la neblina espesa, sus cabellos que colgaban cuál zarcillos de
viñedos fecundos por debajo del sombrero, estaban decorados con rocíos formados por c
razones y las ovejas, allí cerca, pacían vigilados por Fido, perro pastor, que
no los abandonaba en ningún momento, la separaste de su hermana y te la llevaste
a una cueva. Estuvieron allí, largo rato, jugando a papá y a mamá . Ella era tu
mayor por cinco años. Estaban hechados en el piso arenoso, sobre su pañalón de
lana negra, envueltos por un remolino de placer adolescente y al percibir una sombra, ella se sentó
asustada y reprendió: - ¿Qué haces aquí?... ¡Cuida las ovejas! Te hiciste el mohino
y, cariñosamente, la suplicaste. Florcita, no vayas a decir de esto a alguien.
porque nos castigaran y no podríamos jugar ni compartir caramelos que tanto te
gusta , es que yo también quiero jugar a papá y mamá con ustedes. Florcita,
agachadita se retiró con sus diez añitos en la espalda.
Se abrió la
puerta de fierro, haciendo un chirrido estremecedor. El Caporal te dijo que
tenías visita. Vete al infierno chino de mierda, dijiste entre dientes. Te
alistaste y bien cambiadito como cuando asistías a un baile social en Huaraz
esperaste. Al escuchar tu nombre por el parlante bajaste atropelladamente, por
la escalera que conectaba los cuatro pisos del penal El Sexto, tratando de
adivinar quién podría ser tu visitante. ¿Tu padre? … No, él estaba muy lejos
y pegada a la tierra, rumiando sus penas
e impotente de viajar, por no conocer la ciudad tan inmensa, poblada por
rateros, prostitutas, locos y genocidas. Entre la multitud estaba ella, muy
asustada, con una bolsa llena de frutas. Te acercaste, abriendo camino entre la
gente que enladrillaba el espacio. Se sentaron en un banquito de cemento. Ella
temblaba; conversaron sobre diversos temas. Era octubre, el cielo estaba
cubierto por una densa nube gris y lloviznaba, formando un barro azulino que
barnizaba los calzados. Cuando sonó el timbre anunciando el final de la visita,
mirándote con ojos tristes que abordaron unas lágrimas, te dijo, ya tengo otro
amor defensor de los damnificados. ¿Te gusta estar aquí en medio de tanta Podredumbre?...Pues
quédate y Púdrete.
Rebeca no seas cruel, diciendo la cogiste del
brazo, pero ella te rechazo y furiosa se perdió en la multitud que se movía.
Cómo si contuviera carnes descompuesta quisiste arrojar la bolsa de frutas en
el primer Tacho de basura. Alzaste la mirada hacia la celda 87 y allí estaban
tus padrinos Pedro Candela, el Chino y el poeta ,guerrilleros de Chaupi Mayo,
condenados a cadena perpetua por levantar la voz y las armas contra la
injusticia y la explotación, durante el primer gobierno de Belaúnde. Subiste
las escaleras rumiando tu rabia e impotencia, les saludaste atentamente y
después de entregarles la bolsa de frutas, te retiraste al Pabellón de presos
políticos. Ahí estaban recluidos los funcionarios de gobierno, también los
ladrones avezados que desde el interior del penal dirigían asaltos en distintos
lugares del país.
Las últimas palabras de Rebeca seguían
taladrando tu cerebro: ¡Pues, quédate y Púdrete! Estabas aislado de la
sociedad, estabas lejos de Huarmey.
¿Oh, aquellos
tiempos!...A lo lejos el puerto de Huarmey y al otro extremo la Caleta culebras,
los muelles, los barcos, las chalanas, las bolicheras meciéndose salvajemente
al ritmo del vaivén de las olas y abanicados por el vuelo de las gaviotas
echadas al viento, cerca un carpintero de piel cobriza y brazo fibroso como las
raíces del guarango calafateaba una lancha llamada Buenaventura y unos
chiquillos se alejaban con unas canastas de jurel en tus primos trabajaban en
La pesquera paracas. Enrique en almacén y Jeremías en la posa, toda la semana
se rompían el forro, para ganar un buen billetazo, porque era la época de
Bonanza pesquera.
Los días
viernes, mamá Priscila sentada junto a su bicharra, en la cocina amplia,
esperaba con un suflé de corvina al horno, aderezada con mantequilla queso y
yema de huevo; y apenas te sentabas con tus primos y tu tío Félix, servía con
crema de leche y rajitas de almendra, al final un vino semi seco y estaban
listos para una aventurilla nocturna, Empezaba la juerga en el restaurante Libertad,
con las siguientes acciones:
Primero pedías
cinco cajas de cervezas destapadas y ordenabas al mozo regar todo el patio del
Restaurante para evitar el polvo de verano ardiente.
Segundo ,
solicitabas cinco cajas de cervezas y
vasos para cada uno de tu grupo y atención por féminas guapas con buenos
modales. Luego se dirigían a la
Casa de Cita que quedaba al otro lado del río Huarmey. Ingresaban a un
ambiente a media luz con música estridente. Alquilaron una
habitación para la noche, para mantener relaciones sexuales. Dentro de un
rato te encontrabas sentado con una
hembra al costado bebíendo. Maruja “La lunareja” sacando su calzón rojo, puso
de gorro tus primos, gozaron de la broma y destapando cerveza la convirtieron
en duchas y ustedes empapados bailaban el chachachá y al querer hacer unos
pasos con los pies en alto resbalaste y caíste al piso arrastrando a tu paso a
la hembra. Se produjo un alboroto, sentiste que tus primos y sus parejas te
hicieron el carga montón y cuando se levantaron todos estaban embarrados como
chanchos. ¿Bañarse a esa hora? Que baño
ni siete cuartos, se quedaron en paños menores y te re mojaron el cuerpo con
cerveza, se carcajearon hasta verter
lágrimas, bailaron y bebieron hasta el hastío y casi inconscientes se fueron a
la cama a disfrutar la jugosa manzana del placer y cuándo los pajarillos fracturaban los
cristales del silencio mañanero, tú y tus primos como arreando pollos,
empezaron a recorrer la avenida principal.
Un borrachito
se detuvo y te dijo burlón: ¡ Serrano de mierda, camina derecho y alejándose
con el escroto en las manos repitió: - Ven cholo, chúpame los cojones. Se armó
una bronca de los demonios y cuando lo tenías pisado del cuello al burlón y tus
primos chaira en mano lo tenían arrinconado a tres de sus secuaces, la sirena
del patrullero anunció la presencia de la policía. Pies para que te quiero,
diciendo, corrieron por una callecita estrecha por cuyo centro Pasaba una
acequia corrieron como condenados y cuando volteas ves que eran varios los que les seguían, pero
estaban contemplada mente borrachos y con muchos cortes en la cara, en la
barriga y en los brazos.
El día domingo,
te despertaste con una sed que carcomía tu vientre, un litro de gaseosa te
quedó chico. Jeremías que salió a comprar pescado para un buen sevillano no
retorno y cuando estabas preocupado, llegó tu prima noticiando que había sido
reconocido y conducido a la comisaría, donde cantó tu nombre y la de tu primo.
Enterado del incidente tomaste un carro para Huaraz, sabe Dios cuando retornarías.
Había pasado 10 años, tú ya tenías esposa e
hijos, eras un profesional brillante y tu carrera política era ascendente, hasta
que el sismo de los años 70 arrasó Huaraz y el Callejón de Huaylas, truncando
la felicidad de muchos. Tu familia quedó en la mera calle y varios días pasaste
tratando de rescatar algunas cositas que habían sido enterradas entre los
escombros.
La ayuda no
llegaba y la peste amenazaba con diezmar a la población sobreviviente . Te
designaron Jefe de Estadística y Censo de Población de la Jefatura Departamental de Educación de
Ancash y trabajaste duro, frente a cincuenta profesores brigadistas. Concluido el trabajo presentaste
el informe correspondiente y te alistaste para viajar a seguir tus estudios de
Derecho en la Universidad San Martín de Lima.
Acudieron a tu carpa varios vecinos de la
directiva del Comité de Damnificados del Sector Aluvión de Huaraz, solicitando
tu participación en el mitin que habían planificado para contrarrestar el robo
de donaciones que no llegaba a los damnificados; se sabía que camionadas y
camionadas de vestidos y víveres retornaban de Huaraz rumbo a Lima y paraban en
los depósitos del distrito de San Martín
de porras y comas.
Encabezaste la manifestación que fue disuelto
por soldados del ejército que dispararon perdigones como cancha y te tomaron peso y pese a la intervención del
Colegio de Abogados, asociaciones barriales y sectores te pusieron grillos y
fuiste trasladado en un Búfalo a Lima.
Después de 45 minutos de vuelo, aterrizaron en
el aeropuerto Jorge Chávez, dónde te esperaban policías armados hasta los
dientes, en cuatro carros patrulleros, y te condujeron a la carceleta del
Palacio de Justicia donde estuviste incomunicado, durante 15 días, a penas
bajaste del avión, los reporteros gráficos de los diarios de la capital tomaron
fotografías que fueron publicados al día siguiente en los diarios importantes
de la capital.
Apareciste en
la primera página de El Comercio con botas de alpinistam pantalón blue Jean,
camisa a cuadro, casaca de cuero, barbas espesas y una boina azul de piontor, que
siempre acostumbrabas usar . El titular decía: Capturan al Incendiario
después de Feroz persecución, en Expresión,
con la misma foto decía: Incendiario en manos del ejército.
Cuando sonaban
las bocinas del sexto, la noche empezaba a envolver con su manto tenebroso,
todos los días habías escuchado las llamadas:Serrano Joaquín Pablo con libertad;
la celda se alborotaban. Quispe asencios Roberto con libertad otra celda se
abría. Así los nombres desfilaban y los hombres salían en libertad y muchos
internos estarían regresando pronto. Esta sociedad corrupta no perdona a
hombres que caen en manos de la justicia por defender sus derechos o haber
cometido un error por hambre o ignorancia. Ese domingo estuviste distraído en
tus pensamientos Te han llamado, estás libre, te dijeron. Esperaste
la ratificación. Saltaste de alegría. Al escuchar tu nombre tus lágrimas
brotaron y saliste tal como habías ingresado, tus pertenencias los dejaste a
los reclusos que no tenían visitas ni familiares afuera. Dónde pensabas estar
libre, era una inmensa celda del movimiento, la luminosidad de los carteles,
las bombillas de las avenidas, los semáforos de tránsito, la música. Los
canillitas y los medios de comunicación masiva poco a poco empezaron a
familiarizarte con los elementos de la ciudad y orientarte para poder llegar a
tu destino. Te paraste en la mitad del puente del ejército, apoyado en la
baranda de fierro macizo.
Después de
haber dialogado detenidamente y cuando ella te pidió Perdón la rechazaste con furia
y luego de sellar su cara rosada, empapada
de Lágrimas, con una bofetada, la dijiste: Las aguas de tu alma están turbias
como las aguas del Rimac, que se deslizan por debajo nuestro. Ya no tienes
conciencia. Este es el lugar adecuado para ti.
Levantó, del suelo, un trozo de ladrillo y con
furia salvaje lanzó hacia tu cabeza y tú como cuando esquivabas los puñetazos
de tus contrincantes, de turno, hallá en la escuelita de Cochapetí,
instintivamente te agachaste y te agarraste de la baranda del puente.
Cuando
levantaste la mirada, no estaba ella. La gente como hormigas, bajo un inmenso cielo gris, decorado con
polvo azul y fino que se levantaba del pavimento impulsado por el rodar de las
llantas, cruzaban hacia uno y otro lado y el ruido ensordecedor de los
vehículos ahogaron el grito lastimero que se esparcía desde la plataforma hacia
las rugientes aguas del Río Rímac.
Aceleraste los
pasos sincronizados de tu profunda tristeza hasta el jirón Ancash. Allí, en la
esquina de Ancash y Abancay, pensando en tu dulce esposa e hijos tiernos, paraste
un taxi, subiste y te fuiste.
MALDITO PERRO
Las mujeres te decían orqosh porque no te
gustaba jugar a las muñecas, el yaz, la cocina, pero sí al trompo. Cuando
cumpliste 15 años, tus padres te hicieron una gran fiesta con la orquesta “Don
Salomón y sus Buitres” y un banquete con potajes variados donde no faltó la
entrada de jamón con molletes y el Jaka picante aderezado con achiote y ají de
panca. Parecías la Cenicienta, personaje del libro de cuentos ilustrados, de la
biblioteca de la escuela. Estabas con un vestido de seda y tu cintura parecía
de avispa, llevabas puesto unos aretes de oro que hacían juego con tu
gargantilla de perlas; bailabas más con las mujeres agraciadas de tu edad y yo,
que había empezado a quererte, sentía celos y rabia; peor fue cuando te pedí
que bailaras conmigo, me rechazaste. No seas pesado no quiero bailar contigo
dijiste. Entonces, de pura rabia me puse a beber en el corredor que desembocaba
en el patio principal, donde había un jardincito poblado de bellas flores, con Juan
Rodríguez y el Lunarejo Samuel. Casi al
final de la fiesta, dije a mis amigos: Ella bailará sólo conmigo y con nadie
más. Traté de levantarme y con todo el peso de mi cuerpo caí al suelo. Las
cosas y objetos daban vueltas y vueltas como rueda de molino alrededor mío. Vomité
lo que había comido, hasta las pepas de unas aceitunas decoraban los Trozos de
fideos amarillos acumulados en el lavadero. Desde ese día, avergonzado no más
andaba, no quería mirarte de frente y tú me decías:- ¡Qué te pasa Che!
Discúlpame me porté mal en tu fiesta. Qué
tonto eres, la borrachera es borrachera,
me dijiste con voz varonil. Desde ese día , toda vez que te veía en el aula,
escribiendo en tu cuaderno, mi corazón saltaba como los sapitos de los posos de
Choquiac, cerca al fundo de don Macario, también suspiraba y me agarraba las
entrepiernas como queriendo ablandar mis emociones¸ deseaba arrastrarte por el
barranco de Acshu, con esas intenciones, por las mañanas y las tardes te
esperaba a la salida de la escuela, con ganas de conversar y tú como si nada te
divertidas con un grupo de chicas, les
tocabas las nalgas y los senos y ellas halagadas te decían: ¡ Oye, qué clase de
chica eres, tosca!
Una tarde
nublada nos cruzamos en el trayecto a Pachá, ibas apresurada y estabas muy rara,
ni caso me hiciste. Me desvíe del camino en busca de mi jumento cargador de
papas y llegué al zanjón de Paccha, cerca del manantial, ahí estaba Camucha,
muy agitada y tirada bajo las sombras de unas llulmlas, sobre un champal. Estaba frotando las partes erógenas de su cuerpo con el dedo
índice y medio de la mano derecha.
Haber, qué
resulta, diciendo me acerqué y la
abordé. Genarita te has asustado? No
fastidies me respondió. Me senté a su lado, agarre sus muslos duritos y suaves
como el plumaje del búho que cogí una noche, cuando salí en busca de mi burro Shillpi.
Déjame, voy a avisar a mis taitas, diciendo se acurruco al tallo de los
chamizales. Parecía perdiz asustada. Empezaba a oscurecer, los pajarillos se
acomodaban en las ramas y piando, piando se despedían del día. Seguí cosquillándola
y ella me daba de puñetazos y también me cosquillaba, Entonces, al ver que me
correspondía,
la agarre firme como el zorro al corderito y la dulce niña, despacito, empezó a
gemir. ¡Ay, diosito lindo, oh que lindo!
Empezó a
disminuir el incendio de las estrellas lejanas cuando entramos al pueblo
jugando y jugando como hermanitos. Las ovejitas ligeritas se metieron a su corral
y ella lanzándome una guirnalda de sonrisas me dijo: ¡Qoyakama!,!hasta mañana!
Había
terminado su primaria y como sus padres eran pobres, se dedicó a la crianza de
ganados y vendiendo algunas ovejitas pensaba estudiar su secundaria,
En cambio tú me hacías sufrir, no eras como la
Genara, ni la Cirila. Esta última iba a mi casa cada fin de semana, a sus
padres les decía voy a estudiar lenguaje con Inés. La muy sabida se encerraba
conmigo y a veces con mi primo el Lunarejo que era un salvaje.
Pero tú eras otra cosa, hasta los 15 años
jugabas con nosotros, es cuando me enamoré de ti, A partir de tu fiesta de
cumpleaños empecé a dudar de tu feminidad, ¿hermafrodita será? me preguntaba,
porque a las chicas las abrazabas y jugabas con ellas. Queriendo salir de las
dudas, una noche fuimos donde tus padres, llevando una botellita de anisado y
otros regalitos a pedir la mano. ¡Dios santo, no puede ser! dijo muy alarmada
tu madre, en cambio tu papá, muy Sereno, nos habló.
Quiero que
sepan la verdad. Margarita no es Margarita. El es varón y muy varón.
Recuerdo. Cuando
estudiábamos, al principio compartías amistad con los varones y rechazabas a
las mujeres y después tu inclinación fue hacia las mujeres. Descaradamente las
cortejabas y tu preferida era Rosalía, una chiquilla con caderas de ternera,
hombros anchos y senos como de mujer recién parida. Era la más alta del pueblo
y su carita morena hacía juego con sus ojitos azules, medio achinaditos, se
querían muchísimo y a dónde ibas te seguía. Un día llorando me dijo: Jorgito me
has desengañado, hemos estado a solas en mi cuarto y sólo besos y abrazos en la
cara y tu papá nos reveló algo que tú no sabes.
Mientras él tejía bayetas, tu mamá encandilaba
los hilos para la frazada y tú pataleabas sobre unas caronas y silla jergas
coloridas como el arco iris, en eso un perro ladrón se acercó despacito y ¡Suacáta!
te arrancó el pene erecto con el que estabas jugando y salió como un rayo… Desde
ese momento tus padres han ido recogiendo dinero, poco a poco, para tu
operación… ¡Maldito perro!
NUNATUKI
SHE
Esa mañana estabas elegante, vestias
uniforme deportivo blanco con camisa cuello redondo
chino, mangas cortas y amplias, , acompañado de
varios breteles horizontales a lo largo del pecho y cinturón marrón
cuyas puntas colgaban hacia la cadera derecha. Hacías
ejercicios de calentamiento, levantabas las piernas
extendidas alternadamente, sincronizando los golpes de puño que al chocar con
el airecillo del patio producían un silbido qué Orquestaba con las voces que
lanzabas.
Después del desayuno frugal. en la sala y en
los dormitorios todo era un revuelo. salían y entraban con lavatorios y toallas.
Los espejos estaban muy ocupados, nuestra madre mujer pequeña y muy delgada,
que descanse en paz y de Dios goce, parecía haber salido de una secadora. Se
pintaba los labios delgaditos y las cejas escasas. Tu tía Marisol, mujeraza blanca,
alta, esbelta de frente amplia y de ojos vivaces, vestida con un terno estilo
sastre de color rojo, al caminar por la Vereda hacía un ruido ensordecedor con
sus calzados de taco aguja.
La chola Rufina con trenzas gruesas y
cerquillos sobre la frente que disimulaba su nariz prominente. cocinera de la
casa. también salió de su dormitorio bien cambiadita. llevaba puesta una blusa
escotada de color rosado adornadas con grecas violetas al contorno del cuello y
los puños, su minifalda ajustada de color marrón café hacía juego con sus
calzados de Taco alto. Al verla coquetear con nuestro padre, te incendias de
rabia; te gustaba mucho y como eras el mayor, parabas siempre con ella, en
todas partes. Te desabotonaba la bragueta del pantalón y cuando terminavas de
orinar te sacudía el pene con bastante suavidad y repetidas veces, presionando
hacia adelante y hacia atrás.
Minutos, después del desayuno, conversaste con
nuestros primitos. Yuli hablaba correctamente el castellano y contaba anécdotas;
en cambio, Guaguaco que era serio y nada de lo que decía entendíamos. Nuestra
mamá, papá y la tía Mariana eran nuestros traductores.
Esa mañana
había llegado de Cochapetí, pueblito enclavado en las alturas del Cerro Ishque
Cruz a 4500 metros sobre el nivel del
mar y lejos del litoral Marino, cómo era diciembre, después de la clausura del
año académico determinaron pasar las vacaciones en la ciudad de Casma, ciudad
eterno sol, donde residíamos. La gente tranquila y amiga se dedicaba al cultivo
de Valles fecundos y a la pesca del mar generoso.
Ahora sí llegó el momento, voy a darle una
lección a Guaguaco, me dijiste, y seguro que me resultará muy gracioso,
repetiste muy ansioso.
Recordabas las
lecciones de tu profesor de Kung Fu, el
cinturón negro y de la golpiza que le habías dado al negrito boquellanta,
al cholo Irineo cacha y al costeñito Pezuña. compañeros de tu promoción. Ya
tenías tres años practicando Kun fu y nuestro primito, un año de edad menos que
tú, nada de esas cosas sabía, pero el cholito era reció, claro cómo no iba a
ser, pues había crecido salvaje, entre animales, al cuidado de nuestros
bisabuelos en su fundó de ullku Tana. Después que el miserable de su padre que
hoy anda por las calles de Trujillo, aventando piedras, les abandonó por otra
mujer.
El odio hervía en tu sangre y tu pulsación
estaba acelerada, recordabas con rencor aquel incidente cuando estuvimos en Cochapetí,
tierra de nuestros abuelitos paternos, durante las vacaciones de medio año,
jugando fulbito te peleaste con nuestro primito Guaguaco, porque té pateo accidentalmente
en la canilla´. Tú con tus criadas quisiste humillarlo ante los demás jugadores;
pero él te sorprendió con un cabezazo que te hizo escupir sangre, dejándote
sonámbulo y te sacó la promesa de que algún día te desquitarías; que si no
intervienen los demás chiquillos te hubiera dado una golpiza de padre y señor
mío.
A la edad de seis años presentaba una
musculatura fuerte y su mirada era asesina y profunda. Desde niño se había
alimentado de leche materna y de vaca, tenía buen apetito y comía de todo, por eso cuando
hablaba su voz parecía mugido de toro arador.
Pero de ese
incidente había pasado ya cuatro años, por eso esa mañana no lo pensaste dos
veces. Te pusiste el uniforme de kunfu, mientras nuestros padres se alistaban
para salir a la calle, en compañía de tu tía Mariana.
Miguelito te
quedas con guaguaco, tu primito y tus
hermanitos, No vayan hacer travesuras y
mientras Rufina retorna del mercado a portarse bien, dijo nuestra mamá y agregó,
a portarse bien, porque si no, ya saben del merecido que recibirán de mis
propias manos. Mamá nos miró con ojos asesinos, se agachó y salió. Papá tocaba,
insistentemente, el claxon de su carro conocido como el Avispón Verde.
Nuestra mamá
era una jodida, como solía decir, cuando teníamos visita nos poníamos engreídos,
entonces disimuladamente, como acariciarnos, nos daba un pellizco que dolía
hasta el tuétano y nos sentaba en la mesa con abundante comida que teníamos que
terminar. Una vez, a raíz de un pellizco, me oriné en mis pantalones, tenía cuatro
añitos y sin decir nada, al final de la comida, salí al patio y me puse a
llorar detrás de un guarango. Recuerdas?...Te acercaste y también te pusiste a
llorar, silenciosamente. Nos sentamos, esperando que llegara papá de su
universidad, dónde estaba estudiando Derecho. Tenía 30 años de edad y quería demostrarnos que
para el estudio no existe edad. Hay que contarle a papá del castigo que
hemos recibido de mamá. No hermano, te dije. Papá es bueno, nos quiere a todos,
pero cuando se amarga se descontrola, hay que evitar que mate a mamá.
Esperabas que
saliera nuestra mamá, de la casa, para desquitarte del ultraje de tus
hermanitos menores. Me decías, a ti no te pego, hermano Manuel, porque eres
obediente y me comprendes.
Cuando se
fueron de compras nuestros padres con la tía Mariana, como habías hecho
bastante ejercicio estabas cansado y te pusiste a jugar la ronda con nosotros
motivada por Yuli que tenía un año más que tú y además ella venía de Huaraz,
capital de la Región Chavín, sus modales eran muy buenos y se sentía
responsable de sus actos y de lo que hacíamos nosotros; cantaba, recitaba y nos
enseñaba muchos juegos.
Al fin llegó la muchacha Rufina, sudorosa y
agitada puso la canasta en el piso y se dirigió al caño, tomó una toalla y se
agachó para mojarse la frente. Tú y Guaguaco, muy pendejitos, se agacharon y
pegando la cara en el piso recorríeron las piernas contorneadas y blancas de la
chola hasta la altura de la cintura.
Mientras
nosotros, tus hermanos y primitos comíamos los plátanos y manzanas que la
muchacha nos entregó. Te dirigiste al baño y cuando regresaste el Guaguaco te
recriminó. viejonazo y no sabes hacer tu pipí solo; también Yuli le dijo a
Rufina, Cómo vas a llevar al baño a sacarle el pipí a tremendo muchacho, Uy qué
vergüenza, mi guaguaco desde sus dos años hace sus necesidades sólo. Yo, por
ejemplo me ducho y me cambió la ropa solita hasta lavó y planchó mis vestidos.
El no sabe
pelear, le contestaste. Si sabe, dijo Yuli.
Guaguaco se
mantenía silencioso, nada le importaba lo sucedido ni el dialogo que sostenían
con su hermana, nuestra primita mayor.
Al fondo, en el champal del huerto jugaba con
un carrito de plástico.
Empezaste,
nuevamente, hacer tus piruetas que le causó risa. Le increpaste y le llamaste
cobarde, el se paró y empezó a morderse los labios y de rato en rato rechinaba
los dientes.
Voy avisar a tu mamá, te dijo Yuli, y si
pelean les va a echar látigo.Sin hacer caso las advertencias, empezaste dar
vueltas alrededor de guaguaco y le arrojaste tierra a los ojos, con tus pies .
Lo único que hacía era limpiarse la cara o el pecho.
Nunatuki she
…Te dijo, luego se sentó cerca de su hermanita, aquí, en una silla de totora
tejida en Huaraz y comprado por nuestro padre en la parada de Casma. Claro tú
conocías las artes marciales, incluso estabas en la selección de menores para
asistir a una competencia regional, gritabas, pateabas, cambiabas los golpes de
puños y acariciabas con la punta de los dedos de los pies el hombro de Guaguaco.,
con los brazos en guardia Mirando a uno y otro lado como quien busca apoyo los
niños de la vecindad que se encontraban en nuestro patio animaron y cada uno de
ustedes quieran los gallos de pelea.
Nuestro vecino
Yuca que hoy es transportista interprovincial trazo una línea en el piso con
sus dedos y dijo el que pisa la raya es mi gallo pisaste primero también guagua
piso pero con más ira. El mismo Yuca se convirtió en el árbitro y ubicándoles
espalda espalda dijo: Dence un codazo, volteen y a pelear. ¡Yaaa
Tus golpes
eran certeros y con agilidad de un gato esquiva vas Los puñetazos de guagua por
su lado bufaba como un toro el sudor chorreaba por su frente la ira crecía y
golpeaba los corazones como gigantescas olas al estrellarse en los acantilados
de las orillas del mar salieron a la calle polvorienta del barrio y los niños
hicimos un círculo alrededor de ustedes parecían gladiadores de circo romano.
Empachado de
tanta fintas Cansado ya de tener que pegar y esquivar golpes de tanto tener los
nervios en punta muchas veces quisiste mandarlo al infierno con un golpe grulla
pero guagua desgranando ánimos de su propio orgullo esquivaba y pensaba como
tumbarte en cochapeti ningún chicuelo de su edad le había pegado sería por
respeto a su madre que era directora del colegio o por sus carácter férreo no
hay duda era muy fuerte y serena de sorpresa saltaste como un gato sobre un
pericote y con agilidad de Rayo golpeaste con una patada al mentón de nuestro
primo Tu contrincante ocasional y soltaste un alarido de triunfo.Han pasado los
años y todos somos profesionales Guaguco, mejor dicho, Miguel Ángel es Coronel
del Ejército Peruano y hoy se encuentra en París como agregado militar y t{u,
hermano, te olvidaste de tus golpes de Kung Fu y eres un polémico Congresista.
Como deseó y te inculcó, nuestro padre.
¡Qué mala
suerte la tuya! Guguaco al intentar esquivar tu golpe resbaló al pisar un palo
de escoba del grosor de una manguera, logrando evadir tu patada mortal.
Cuando te
recuperaste en la emergencia del hospital, nos dijiste que seguías escuchando el
grito, el mismo que hasta ahora sigue zumbando en tus oídos…Nunatuki She.
El golpe que
te propinó Guaguaco, con el palo de escoba fue contundente y demoledor que te
saco del ring por vida…¡ ja ja ja¡
No hay comentarios:
Publicar un comentario