MADRE TIERRA
Cuento
SUMARIO
I.- VOLVERÉ PRONTO 03
II.- HATUCHAY 05
III.- JOVEN
PROFESORA 08
IV.- LA RADIOGRAFIA
DE LA DESGRACIA 11
v.- DESEOS DE
RETORNAR A LA TIERRA 13
VI.- DETENCIÓN DEFINITIVA 16
VOCABULARIO QUECHUA 18
I
I.- VOLVERÉ PRONTO
Después del
sismo de Mayo setenta que arrasó la
ciudad de Huaraz y los pueblos del Callejón de Huaylas, don. Maximiliano Rosario
Shuán, pensaba retornar a Paramonga, distrito agroindustrial de la provincia de
Barranca, en compañía de su eposa “Cebadita” e hijo; pero, la vejez había hecho
presa de él y sintió que lejos de su tierra que la vio nacer, ya nada podría
lograr como peluquero o librero y sus correrías de músico; en cambio su hijo
Claudio, apodado "El
Trompetista", de veinticinco años de edad, un excelente músico emprendedor
y fuerte, había decidido emigrar a la capital, pensando encontrar un buen
trabajo para sostener a su mujer Noemí e hijos de cuatro y un añito; quizás si
su situación económica lo permita se los
llevaría. Los quería mucho.
Lleno de ilusiones
preparó su equipaje y después de cenar un plato de sopa de trigo, con lágrimas
en los ojos, cubrió a sus vástagos con
una frazada que llevaba la cicla de JAN y les pidió se durmieran con los
angelitos.
Al despuntar el alba, se levantó sin hacer
ruido para no despertar a sus hijos que dormían profundamente; abrazó, con la
fuerza de truenos y relámpagos, a su joven esposa y con lágrimas en los ojos,
que se helaron con la nieve de sus mejillas, la dijo: “El verdadero amor une a
las almas, aunque se encuentren lejos, cuida a nuestros hijos, volveré pronto”.
Selló un beso en la frente del ser amado y partió rumbo a la Costa; llevó
fiambre para tres días y dos ropas de
cambio en una alforja tejida con Kallwa.
Desde “Callán Punta” divisó, con el alma
destrozada, a su ciudad natal completamente destruida y a los pueblos del
Callejón de Huaylas en ruinas. Un raro presentimiento, nubló su pensamiento y sus lágrimas se
transformaron en bolitas de barro al caer sobre el camino polvoriento.
Terció, sobre el
hombro, su poncho habano teñido con nogal andino y siguió su caminata. Después
de haber desenredado algunas leguas del sendero, se sentó sobre una piedra
azulina y como si fuera Paca paca
malagüera, lanzó un canto lastimero, cuya autoría correspondía a su señor
padre:
“Despachadora despachallame
hasta el puente de Cal y Canto,
“tsepitam” niña
“ewakullashaq”
“casadawampis,
solterawampis".
¡Ay, mi “cholitallay”,
ay mi “negritallay”!
¡Ay, mi “cholitallay”, ay mi
“negritallay!
“piraq” “meraq”
“rikapekan” “nawillanta”
“piraq” “meraq”
“suwapenkan” “shonkullanta”.
Todo un mundo quedó
girando en las orbitas del sendero: los brazos abiertos de los niños y las preguntas
del subconsciente, el trotar de los pasos sin fin y los horizontes que se
aproximan sin llegar. Detrás del telón de la noche hay un pecho palpitante y
labios sedientos como que han vivido siempre con él y no pueden aproximarse
para decirle.
II.- HATUCHAY
En la gran urbe de cemento y polvillo azulino y
pegajoso, donde los provincianos construyen sus casas en las partes más altas
de los cerros, más cerca del cielo y lejos y muy lejos de sus valles
interandinos y de la bondad de su clima, Claudio el fortachón de cabellos
lacios, nariz roma y caminar lento, deambulaba buscando trabajo, hasta que la
planta de sus calzados quedaron con perforaciones, que le dificultaban caminar
sobre el pavimento que era una braza candente.
Por momentos, reforzaba
a conjuntos musicales que amenizaban
fiestas familiares y programas deportivos en las urbanizaciones del Cono Norte
de Lima.
Lo poco que ganaba, apenas alcanzaba para
sobrevivir; mientras, su esposa e hijos se alimentaban de las raciones que la
Cruz Roja Internacional les entregaba y se vestían con ropas usadas que la JAN
distribuía, después que sus funcionarios negociaban las confecciones de telas
finas. Para nadie era un secreto que las casacas de cuero y las telas finas
apenas usadas, que los gobiernos enviaban para los damnificados, se quedaban en
Lima y no eran distribuidos a los
damnificados del sismo.
Se detuvo frente a un
letrero luminoso que decía: " Gran Peña Folclórica Hatuchay". Ingresó
a un ambiente elegante, lleno de posters de artistas y un escenario
con distribución adecuada de lámparas.
Una secretaria joven, con aire serrano, se le acercó y con sonrisa fingida a
flor de labio, le invitó a pasar a la
oficina del gerente. Frente al responsable de la Peña, hombre rechoncho, de cabellos hirsutos y casi
de cincuenta años de edad, le explicó el motivo de su visita.
- Sr. soy músico damnificado del sismo, necesito trabajar para sobrevivir y
enviar algún dinerito para mis hijos, que esperan noticias de mí, allá
en mi tierra, enclavada entre las cordilleras Blanca y Negra.
Al final del diálogo
que fue breve y sin mucha trascendencia,
donde las formalidades fueron superadas por el deseo absorbente de la
explotación y la necesidad de trabajo, brotó una respuesta alentadora.
- Trabajarás los días jueves, viernes y sábado
de amanecida y los demás días te dedicarás a ensayos grupales y a la limpieza
de los ambientes de la Peña. Se te pagará un buen sueldo y propina por trabajos
extras.
- ¿Cuánto me va a
pagar?.- dijo con temor.
- Durante un mes,
trabajarás gratis, en calidad de prueba; mientras tanto, mi empresa te facilitará una habitación y comida, que
compartirás con otros músicos
provincianos que trabajan conmigo desde hace años.
- ¿Y después, Sr.?
- Viendo tus
cualidades, te contrataré ¿Está bien?
Como no tenía otra
alternativa, aceptó la propuesta y de inmediato, con indicación de la
Secretaria, que en el trayecto manifestó ser huancaína, ingresó a un cuarto
reducido donde había colchones mugrientos extendidos en el piso, sillas viejas
y una mesa cuadrada de madera desvencijada, llena de partituras, en completo
desorden. La bóveda estaba llena de telarañas, las paredes despintadas, la
puerta principal sin chapas y las ventanas sin vidrios, por donde filtraba un
airecillo pegajoso que dejaba en el cuerpo una capa azulina de monóxido,
exigiendo bañarse y cambiarse ropa a cada momento.
- El
colchón del rincón es para ti y puedes utilizar esa silla de color gris para
colgar tu ropa y utilizar como asiento. - dijo la Secretaria y salió
obsequiando una singular coquetería.
Los días
transcurrieron y los ensayos eran muy exigentes y sin horario fijo. Había
demasiada presión y carga emocional en los intérpretes contratados sin soporte
legal.
- Tenemos un
repertorio reducido de música andina y nos falta ensayar géneros musicales que
se encuentran de moda, para interpretarlos este fin de semana.- Manifestó el
que hacía de director del grupo.
- Sr. Director, somos
muy negligentes porque no prestamos atención a sus indicaciones y tardamos en
aprender los repertorios musicales con facilidad.- le dijo, Claudio " El Trompetista".
- ¡Ah carajo¡... ¿Te
crees más músico que nosotros? .- expresó el guitarrista con un diente de oro y
permanente sonrisa forzada.
III.- JOVEN PROFESORA
Limada las asperezas, Claudio "El
Trompetista" salió a la calle y
deambuló de un lado a otro; y sin haberse propuesto llegó a una plaza, atestada
de gente de toda laya.
Se quedó contemplando el monumento ecuestre
del Generalísimo Don José de San Martín, cruzando Los Andes por el Paso de
Uchpallata y lo confundió con la imagen del
Apóstol Santiago, Patrón de Aija, la Perla de las Vertientes
del Pacífico. La diferencia estaba en que el caballo de Shanticho era blanco y
brioso, destrozando con sus pezuñas a soldados árabes, adoradores de la Media
Luna.
¡Oh, fiesta aquella! El ejecutó la trompeta en
una banda de músicos del caserío de Wanja, durante tres días con corrida de
toros, concurso de caballos de paso, campeonatos deportivos, vísperas con
juegos artificiales, banquetes, bebida, bailes sociales y juveniles.
Sentado en una banca
de marmolina, manchada con helados y betún de lustrabotas, deshilvanó en su
mente, inmensa caja de resonancia de emociones y pasiones, las letras de un
huayno que le sangró el corazón:
“Caminito de Mellizo
serpenteante y juguetón,
no me arrojes al abismo
que ningún mal te hice yo."
Apuñalado por la tristeza se levantó y empezó a caminar,
caminar y caminar sumido en sus
pensamientos, cuando una voz de acento familiar le hizo virar la cabeza, con suavidad instintiva.
- ¡Claudio, qué
milagro...!
- ¡Josefina!
Se abrazaron
emocionados y luego dialogaron detenidamente, recordando los estragos causados
por el sismo del 31 de mayo de 1970, el éxodo de la población huaracina y del
Callejón de Huaylas hacia la capital
peruana y otras ciudades del mundo.
La profesora
Josefina, mostrando satisfacción y cierto orgullo, le dijo que trabajaba en una
escuelita del Núcleo Educativo Comunal N° 4 del distrito de Rimac, a donde fue
destacada, gracias al apoyo del diputado
ancashino Geroncio Ramírez, quien le
había cobrado, por ser paisano, solamente tres sueldos adelantados y unas salidas nocturnas, de vez en cuando.
La joven profesora,
natural de Tinco de la provincia de Carhuaz y Claudio, profesor egresado de la Escuela Regional de Bellas
Artes de Ancash, se conocían, desde la
fiesta tradicional de "Mama Mechi", como integrante de la Banda Orquesta " Sol de Oro".
Conversaron amenamente y caminaron hasta la Avenida Abancay y abordaron un
ómnibus de la Línea 22 hasta el final del Puente del Ejército.
Después de recorrer
la margen del río Rimac, por una callecita angosta llena de basuras, ingresaron
a un Callejón donde un grupo de personas
bebían cerveza, dos zambos tocaban guitarra y cajón; tres mujeres con vestidos
escotados y transparentes se reían a carcajadas, haciendo fiesta a un chiste de
tono subido, lanzado por un zambo alto de cuerpo atlético, con pantalón blanco
y bivirí azul, con cadena gruesa de plata que resaltaba en su pecho.
Noemí sacó una sarta
de llaves de su bolsón y abrió la chapa de la puerta e ingresaron a un ambiente
adecuadamente instalado. El ventilador aperturó el diálogo.
- Claudio, tu lengua que hace gemir a la
trompeta, ahora acaricia mi piel y eriza mis pezones que incendian la maleza de mi sexo, produciendo
un huayco de placer en mi cuerpo y tu
lagartija deslizándose dentro de mi ser me hace saltar hasta alcanzar el
cielo.- Claudio , replicó:
- Dar
placer inolvidable a tu cuerpo deseé y esta noche estoy logrando al juntar tus
labios con los míos en un eterno beso, recorrer tu cuerpo con gracia, escuchar
la melodía de tu jadear; mientras
nuestros cuerpos se hacen uno…
Mientras tanto, en el
Salón folklórico "Hatuchay", los músicos, compañeros de Claudio
comentaban.
- Maestro, el
"Trompetista" es un buen músico, escribe y lee partituras a la perfección, debemos apoyarle y sacar
provecho.
- ¡Cuidado con ese sentimentalismo¡
Debemos cerrar filas para mantenerlo al margen y evitar que escale posiciones.
- Nuestras decisiones
y sugerencias deben primar ante el Gerente.
IV.- LA RADIOGRAFIA DE LA DESGRACIA
Una mañana del mes de
Octubre, Claudio " El Trompetista" recibió una carta de su esposa. La
leyó una y otra vez. Se puso triste y su corazón se endureció, se tornó frío
como las piedras de “Raju Qolta”. Temblaba al final de cada frase, de cada
oración, parecía un niño con terciana, alejado de toda compasión:
“¡Claudio amado!
Ya no estés lejos de mí un día más, porque te
amo , es largo el día y estoy esperando tu retorno; desde que te fuiste las
horas que soportan las gotas del desvelo y
toda necesidad que busca el humo
de la chimenea de la casa mata mi corazón agónico por tu ausencia. Siento que
se quebranta tu silueta en la arena y
que vuelen tus párpados en las alas de
la ausencia: no te quedes por un minuto más, regresa querido esposo, porque en
cada segundo que pasa te vas tan lejos que yo cruzando todos los horizontes no
podré alcanzarte.”
“Aquí se hace colas
larguísimas para recibir raciones de
alimentos en base a pescado deshidratado, frijoles, fideos y arroz; la
carpa mortifica demasiado y no
podemos permanecer en ella, sentimos mucho frío en las noches y demasiado calor
de día”.
"Grupos de
profesores empadronan a los damnificados,
para la adjudicación de lotes de
terreno y entrega de viviendas; soldados del Batallón de Infantería “Juan Hoyle
Palacios”, derrumban as casas y los corrales que bien pueden reconstruirse. La
cúpula de la catedral, arquitectura circular formada por bloques labradas de
granito y cemento, ha sido volada con más de ocho toneladas de dinamita,
causando pánico y protesta en la población". "Las enfermedades
infecto contagiosas se propagan por falta de atención médica adecuada; se bebe
agua contaminada de los puquiales y de los ríos Santa y Quillcay”.
“Contamos con pocas
letrinas. Los cadáveres que han sido extraídos de los escombros, despiden
fetidez insoportable y se teme que una epidemia, en pocos días, podría diezmar
a todos los sobrevivientes de la ciudad". "Jorge y Rosalía
asisten a sus clases, en salones improvisados con paredes de esteras y techos de calamina; y
por falta de carpetas se sientan en
troncos y piedras; nuestro hijo Fidelito, que se encuentra muy delgado, pregunta por
ti a todo momento y llora
desconsoladamente". "Huaraz necesita de sus hijos para resurgir de
los escombros”.
“ Las protestas y las
manifestaciones crecen como la furia del río Santa en la temporada de lluvias
torrenciales, debido a la indiferencia y desatención de los funcionarios
inmorales y corruptos de la Cruz Roja, la JAN y la CRYRSA. Los soldados y los
miembros de las brigadas de voluntarios seducen y violan a las colegialas, en
vía pública, apenas empieza oscurecer el día”.
“ Los funcionarios,
la mayoría de ellos gente extraña, son dueños de la situación... Regresa
pronto, nos hace falta tu presencia".- Atentamente.- tu esposa Noemí
Dávalos Tolentino”.
v.- DESEOS DE RETORNAR A LA TIERRA
Conmovido por el
contenido de la carta de su esposa !Qué
caray¡ diciendo, decidió retornar a la ciudad de sus amores. Con su trompeta y
un maletín en la mano, se dirigió a la gerencia del Hatuchay.
- Sr. Muchas gracias por el trabajo. He
decidido retornar a mi tierra y le ruego ordenar mi liquidación por los meses
laborados y el saldo del presente mes.- dijo con mucha sinceridad y lleno de
esperanzas.
- Un momento señor,
aquí no aceptamos bromas de mal gusto;
todo trabajador cumple con las cláusulas del contrato suscrito sino queda sin derecho alguno. Según el
convenio, aún le falta un mes de trabajo para su liquidación.
Es que me urge
viajar. Mi esposa está muy enferma y mis hijos menores necesitan apoyo.- Dijo suplicante.
- Negocios son negocios. Si te vas a buena
hora, pero no te daré un solo céntimo.
La respuesta lo dejó
tenso, parecía una estatua de mármol
blanco; no sabía qué hacer ni qué decir. En esos instantes ingresaron sus
compañeros del conjunto peñero y dijeron
a una sola voz:
- ¡Muy bien jefe ¡
... Así se habla.
- ¡Tengo razón! ... ¿No es cierto?
- Claro jefecito,
claro.- dijeron, en coro, los músicos.
Claudio " El
Trompetista " puso la maleta y la trompeta en el piso. Estaba muy aturdido
por la respuesta; y la chacota de sus colegas le dolió porque era una burla, de
mal gusto, de los hombres que los consideraba amigos íntimos y sinceros.
Con ellos había
compartido muchas Jornadas musicales, amenizando fiestas de familias serranas
radicadas en la gran urbe de polvo azulino y asfixiante. Habían pasado horas y
momentos inolvidables en pueblos jóvenes amenizando polladas sabatinas y
jaraneando en compañía de cholitas serranas llenas de encanto y complacientes
en lances de amor.
- Me voy, pero antes
recibe un regalo.- diciendo, jaló con fuerza el brazo derecho y lo soltó, como
si fuera un resorte, llegando a estrellarse en la mandíbula del gerente.
El agredido sufrió una violenta caída
y se golpeó peligrosamente la cabeza, quedando en estado inconsciente, por lo
que lo subieron a un vehículo para ir en busca de ayuda.
Los paramédicos aplicaron los primeros
auxilios al lesionado, informando que debería ser trasladado por la ambulancia
a un centro de salud, pues necesitaba someterse a varios estudios para
descartar algún posible daño cerebral.
Había aprendido a
boxear, en el cuartel del Ejército "Juan Hoyle Palacios" de Huaraz,
donde prestó el Servicio Militar Obligatorio.
Lo atacaron y todo el
personal se sumó a la agresión. Se revolcó, pateó y muchas veces intentó
levantarse, pero todo fue inútil.
En la penumbra de la
inconsciencia sintió golpes en el cuerpo: puntapiés, escobazos y puñetes. Todo
zumbaba en torno suyo. Estaba perdido.
- Amárrenlo fuerte y
llamen a la policía.- dijo el dueño del negocio.
- ¡Sí Señor!.. .-
respondió el portero.
Hizo esfuerzos por
deshacerse de sus ataduras. Bufaba como el toro arador, de su abuelo “Shiku”,
al final de la faena en las laderas de la estancia de Marián.
Estaba perdido, no
tenía fuerzas. Parecía el Inca atado en un poste, después de su captura por los
soldados españoles, en la coreografía de la danza que se representa en Chiquián, durante la fiesta
patronal de Santa Rosa.
VI.-
DETENCIÓN DEFINITIVA
En
la Comisaría, el Comandante de Puesto escuchó las acusaciones del trompetista y
de los músicos del "Hatuchay". También anotó las declaraciones, en el
libro de ocurrencias.
-
¡Serrano e mierda¡...¿Con la agresión y el robo pagas el apoyo recibido? ...
Ahora sentirás el peso de la justicia.-
dijo el Teniente de la Guardia civil Cayetano Cascarrubia.
- ¡Señor, el gerente
es el responsable, por no pagarme el sueldo y la liquidación por tiempo de
servicios personales.
- ¡Cállese, carajo! -
le conminó el policía que había recibido la coima.
Después de los
trámites de Ley, el "Trompetista" fue conducido a la Carceleta
Judicial donde, en menos que canta un gallo, le arrebataron todas sus
pertenencias: reloj, trompeta, maletín, casaca y calzados.
Impotente, se sentó
en un rincón, junto a un basural macerado con orina, heces y saliva donde las ratas
se disputaban los desperdicios comestibles.
Inclinó su cabeza que le pesaba como un bloque de
granito y con la cara entre las manos, lloró como un niño cuando le arrebatan
sus juguetes. Claro, a él acababan de arrebatarle la libertad y la
posibilidad de retornar a su tierra, destruida por los caprichos de la
naturaleza.
El Personal del Instituto Nacional Penitenciario
(INPE) lo trasladó en la tarde al penal de Piedras Gordas. Previamente, recibió la
papeleta de detención definitiva.
En el papel albo de
su mente, de seguro, tomaban forma las
siguientes preguntas y respuestas: “! Oh, Libertad! ¿Dónde estás... ¿Dónde voy
a buscarte si estoy preso?... Preso estoy cual delincuente. ¿Sucumbirá la
esperanza de encontrarte? ... Te seguiré buscando hasta localizarte. ¡Libertad!
¿En qué curva te has escondido?... Estás esquiva y muy alejada de mi vida. ¡Te
encontraré aunque después de muerto!”
VOCABULARIO
QUECHUA
“Despachallame“ Despídeme
“Tsepitam“ : De allí
“Ewakullashaq “ : Me iré
“Casadawampis“ : También con casada
“Solterawampis “ : También con soltera
“Cholitallay” : Mi cholita
“Negritallay” : Mi amorcito
“Piraq” “meraq” : Quién o quienes
“Rikapenkan .
Está mirando
“Nawillanta”
: A sus ojitos
“Shonqollanta” :
A su corazón.